Bastaron 12 horas para entretejer esperanzas y rabias contenidas
Miércoles 1º de diciembre de 2010, p. 44
La caravana de los afectados ambientales
que se dirige al foro alternativo de la Cumbre Climática de Cancún COP-16 llegó al Cerro del Judío. Cientos de activistas nacionales y extranjeros pernoctaron en la llamada zona cero de La Malinche. Fueron 12 horas de visita, suficientes para entretejer luchas, esperanzas y rabias contenidas.
La supervía poniente se incorporó de manera oficial a la lista de los proyectos ecocidas
que privilegian los intereses de las grandes empresas en detrimento de las comunidades más pobres.
El plantón se vio revitalizado, los visitantes se fueron agradecidos y el encuentro confirmó que las exigencias en materia ambiental y de derechos humanos se asemejan, pese a que surjan en latitudes diferentes.
Fueron siete autobuses los que pararon en la delegación Magdalena Contreras. Llegaron el lunes por la noche; se fueron la mañana siguiente.
Hay dos formas de acceder al plantón pacífico en contra de la supervía. Los primeros contingentes aparecieron por la calle de La Rosa, los últimos por el andador Durazno.
Organizados en comisiones, los integrantes del Frente Amplio se prepararon con antelación. Hubo responsables de los alimentos, otros se encargaron de la seguridad; también se integró una comisión de hospedaje.
Recibieron donaciones en especie, adecuaron algunos de los predios expropiados y editaron una serie de imágenes para resumir parte de su lucha.
Los invitados bailaron y compartieron sus historias. Se dejaron consentir. Prestaron oídos a los vecinos de La Malinche y se indignaron ante la imagen de desolación que prevalece en la zona cero.
Unos y otros se fotografiaron hasta el exceso.
En los Altos de Jalisco se privilegia a una empresa privada sobre colonias de escasos recursos; en Los Ángeles, California, se pretende construir un sistema de transporte, que para muchos será inaccesible debido al precio que habrá de pagarse para utilizarlo, y en la ciudad de México se busca construir una vialidad de cuota, cuyo costo de ida y vuelta excederá un salario mínimo vigente.
Son proyectos discriminatorios que no sólo atentan contra el medio ambiente, sino traen consigo una serie de violaciones a derechos fundamentales
. Los gobiernos, por más verdes que digan ser, ceden ante los intereses económicos
y La única manera de resistir es a partir de la organización y la articulación con otros movimientos
, fue parte de lo que se dijo durante la cena realizada cerca de la medianoche.
Las esperanzas se entrelazaron el martes muy temprano. Haberse reflejado en el otro produjo optimismo, y con la certeza de no estar en solitario se bailó en plena calle.
A las consignas características de estos encuentros se sumaron cumbias y quebraditas. Hubo quien bailó de cachetito.
Después se realizó la ceremonia de los cuatro vientos. El incienso y los bastones de mando precedieron a los pronunciamientos de las organizaciones.
El empobrecimiento de nuestros modos de vida nos ha orillado a enlazarnos. No somos una organización vertical. Estamos en proceso de construcción. Cada movimiento es una vereda y la intención es encontrarnos para formar un camino común
, refirió Graciela González, de la Asociación Nacional de Afectados Ambientales.
También se pronunciaron Juan Argote, de Vía Campesina, y Cristina Barros, del Frente Amplio.
“Hola, me llamo Kelly, soy de Los Ángeles, donde también estamos luchando en contra de las supervías. Sólo quiero darles gracias por su amor, por su energía. Nunca había bailado en la mañana y ahora nos vamos con su lucha, con su historia, con sus corazones, y aquí también les dejamos los nuestros”.