o vienen a pedir posada. El Inegi ya dio los resultados del censo. Somos algo más de 112 millones de mexicanos. Creció la población más de lo esperado. Porque la emigración se redujo a partir de la crisis del 2009, dicen. O quizá, como decía la canción de moda en los años de la Gran Depresión, porque los ricos se hacen más ricos y los pobres hacen más hijos. Pero Ernesto Cordero, secretario de Hacienda y aspirante a delfín de la segunda sucesión panista, declara solemnemente que hacen mal las cuentas quienes aseguran que aumenta la pobreza y crece el número de mexicanos que sobrevive en la necesidad extrema.

Esos cuyo ingreso es de un dólar diario; parte de los mil millones y pico de habitantes del planeta Tierra que padecen hambre y carecen de salud, educación y, desde luego, de empleo. Pero Felipe Calderón no va a cambiar su prioridad: la guerra contra el crimen organizado; no desoirá a los inmovilistas que han impuesto la estabilidad económica a toda costa, la ilusoria sensación de firmeza que los hace sentirse seguros al borde del abismo, ante el diluvio que viene. Firme, aunque los jóvenes empresarios de la Coparmex, compañera de origen y de viaje, declaren inaceptable que 7 millones de jóvenes no estudien ni trabajen en este país.

Es hora del recambio. El futurismo es impulso de supervivencia. En estos días hablaron los augures, los oráculos del ilusionismo modernizador: las encuestas consultadas por quienes debieran conducir y optan por seguir lo que dicen los arúspices que les dijo el pueblo en respuestas crípticas a preguntas hieráticas sobre dónde quieren ir, qué prefieren, quién les parece grato, es de su gusto o les desagrada. Malas noticias para el que despacha en Los Pinos: su imagen como gobernante es favorable en 33 por ciento y era favorable en 62 por ciento en diciembre de 2006. Pero ensombrece la nube negra del número de los que desaprueban la labor presidencial y por primera vez supera al de los que la aprueban. Y entre aplausos y reconocimientos al valor de combatir al crimen organizado, el desaliento por el vuelo de las aves: 47 por ciento piensa que la inseguridad es el principal problema del país.

Vísperas de inicio formal del proceso electoral de 2011, inicio del de 2012, del de la elección presidencial, y entre las voces del coro de los adoradores de la democracia sin adjetivos y los partidos sin objetivos, se alza el grito de alerta al imponerse la voz proconsular en el bicentenario de la Independencia y centenario de la Revolución. El embajador de Estados Unidos, Carlos Pascual, en El Colegio de México dictó cátedra al gobierno de Felipe Calderón: ... es necesario que tenga la capacidad de aplicar el estado de derecho, dijo. No se cambia de un día para otro la policía ni el sistema judicial; en la actualidad menos de 2 por ciento de los delitos resultan en sentencia. En estas condiciones, los criminales reciben el mensaje de que no hay riesgo y pueden seguir delinquiendo, dijo el diplomático.

Más vale atender al recambio inminente y hacer lo posible por evitar el nomadismo del miedo, el abandono de las tierras y la inútil búsqueda de refugio urbano donde los señores de la guerra han sentado sus reales y atienden a sus finanzas, al lavado de gran parte de los 39 mil millones de dólares que según informes del país vecino van y vienen de aquí para allá, fruto del trasiego de drogas y de la impunidad, a pesar de los 30 mil muertos que ha cobrado la violencia. La alternancia debilitó al Poder Ejecutivo y dio lugar al ejercicio del poder de gobernadores que son señores feudales, según los predicadores de la derecha que apenas ayer condenaba la concentración del poder en manos del presidente de la República y la sumisa debilidad de gobernadores que actuaban como virreyezuelos rupestres.

Guste o no, impera la división de poderes, hay contrapesos al Poder Ejecutivo y el Congreso dicta la agenda política; hay un brote de federalismo auténtico en el que los gobernadores ejercen poder real en territorio propio. Todos producto de la implosión, del reajuste acelerado que vino con el pluralismo de partidos políticos y la fuga hacia adelante de los chaqueteros, oportunistas ajenos a toda ideología y al compromiso personal, esencia de la política misma. Y ahora el miedo. En la versión de la “insurgencia del narco”, o en la tradición de los que son gobernadores y no querían serlo, aunque a veces se dieran cuenta cuando ya habían tomado posesión del cargo. Ahí se dan los contrastes y ahí va a definirse la contienda por la Presidencia de la República.

Los potosinos son víctimas de una maldición: ser gobernados en ciclo fatal por un cacique, tres pendejos, un cacique, tres pendejos.... Todo cambió con la alternancia. Pero todo sigue igual, aunque los caciques cambiaron de piel y el miedo supere la estulticia de alguno que antes de protestar como gobernador anunció que no desempacaría porque estaba preparado para irse en cualquier momento. Marcelo de los Santos se llama el prestamista que llegó bajo palio del PAN y repetía con unción piadosa: No soy pariente de Gonzalo N. Santos. Del alazán tostado, huasteco, gallero y cacique. Pero hubo tierra ejidal comprada por el gobierno, revendida a particular y vuelta a comprarse a precio de oro para obra pública.

Hoy es gobernador el priísta Fernando Toranzo, doctor que fue secretario del Santos del PAN y hoy padece el acoso del senador panista Zapata Perogordo, apalancado por el flamante secretario de Gobernación Francisco Blake. Vecino de siete estados, el gobernador de San Luis Potosí pareciera estar en tierra de nadie, en la línea de fuego de los combatientes de la guerra contra el crimen organizado. Reunido con empresarios y otros notables de la entidad, el gobernador Toranzo les dice que hay mucha violencia, que lo mejor para ellos sería irse a otro estado. ¿Dónde hubiera buscado refugio el doctor si hubiera oído el estallido de granadas en noche del 15 de septiembre como Leonel Godoy, el gobernador de Michoacán, o lo hubieran recibido con atentados mortales a parientes cercanos, como a César Duarte en Chihuahua?

Más vale hablar de los que quieren ser. Según los encuestadores, si hoy fuera la elección 36 por ciento votaría por el PRI, 20 por ciento por el PAN y 13 por ciento por el PRD. Lo del PRD son recuerdos del porvenir. Será compañero de viaje o no tendrá candidato presidencial. Falta hurgar en las entrañas de las aves para buscar respuesta al enigma del izquierdismo de Marcelo Ebrard y del extraño caso de la desmesura moralista y la persistencia del movimiento lopezobradorista. Extrañamente, el de Tabasco no cuenta en las encuestas. Enrique Peña Nieto lleva enorme ventaja y muy atrás asoma Marcelo Ebrard, seguido más atrás todavía por Josefina Vázquez Mota.

Beatriz Paredes lanzará la convocatoria para renovar el CEN del PRI antes del 15 de diciembre. Entonces, dijo Manlio Fabio Beltrones, habrá que manifestar preferencia; y hoy, como el único que ha dicho que desea participar y lo ha hecho de frente, como siempre, con enorme valor y transparencia, ha sido Humberto Moreira, de tal suerte que si es el único que ha manifestado que desea participar, cuenta con el apoyo de todos nosotros.

Los aspirantes a inquisidores gozan del escándalo en Zacatecas. Y sufren porque en Oaxaca hay buenas nuevas: el anuncio de elevadas participaciones para Gabino Cué, y el aval de Ernesto Cordero a Ulises Ruiz: Se han ejecutado los recursos con mucha oportunidad y transparencia.

Entren santos peregrinos...