Mundo
Ver día anteriorViernes 26 de noviembre de 2010Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio

No alcanzarían mayoría en el Parlamento; PP o Esquerra Republicana, posibles aliados

Nacionalistas conservadores de CiU se perfilan para ganar en Cataluña

Socialistas, sin oportunidad: sondeos

Tras siete años en el poder se agotó el modelo tripartito

Foto
José Luis Rodríguez Zapatero, presidente del gobierno español, y José Montilla, presidente de la Generalitat y candidato del Partido Socialista catalán en las elecciones del domingo, ayer en BarcelonaFoto Reuters
Especial para La Jornada
Periódico La Jornada
Viernes 26 de noviembre de 2010, p. 27

España mira estos días con atención hacia Cataluña, donde el domingo se celebran las elecciones del cambio, según las ha bautizado Convergencia i Unió (CiU), el partido nacionalista conservador que, tras siete años en la oposición, tiene mayor posibilidad de presidir la Generalitat (gobierno autónomo de Cataluña). La mayoría de sondeos otorga al candidato de CiU, Artur Mas, y a su programa de centro derecha, casi 40 por ciento de los votos.

Este porcentaje se traduce en una representación de 62 a 65 escaños en el Parlamento. Esta cifra, sin embargo, no llega a los 68 necesarios para obtener mayoría absoluta, por lo que parece inevitable que Mas tendrá que pactar con algún otro partido para gobernar. Y aquí las apuestas son más variadas, ya que el aliado podría ser tanto el Partido Popular (PP) –derecha españolista– como Esquerra Republicana de Cataluña (ERC) –izquierda nacionalista–.

Lo que parece más o menos claro es que no se repetirá la coalición que ha gobernado Cataluña durante los últimos siete años. El tripartito –como se ha llamado a la coalición entre el Partido Socialista de Cataluña (PSC), ERC e Iniciativa per Catalunya-Esquerra Unida (ICV-EUA)– parece haber agotado su tiempo y, exceptuando a ICV, los dos socios mayoritarios han repetido durante toda la campaña que no reeditarán el acuerdo aunque los resultados lo hicieran posible, algo que, según los sondeos, no ocurrirá.

El candidato del PSC, José Montilla, repetía ayer en una entrevista que el tripartito no se repetirá bajo ningún concepto. El desgaste parece que pasará factura a los dos socios mayoritarios del gobierno, PSC y ERC, que bajan unos siete y nueve puntos, respectivamente, de acuerdo con los últimos sondeos. El tripartito consiguió buenos resultados al comienzo de su administración, cuando tomaron el relevo de la Generalitat tras 23 años ininterrumpidos de CiU en el gobierno. Sin embargo, siete años en el poder han desembocado en peleas entre los tres partidos, en poca comunicación con los ciudadanos y en un enfrentamiento permanente con el resto de la oposición.

Pocos dudan ya que el gobierno de coalición esté acabado. Desde las páginas de El Periódico, cercano a los socialistas, María Eugénia Cuenca, antigua alta funcionaria del gobierno de CiU, se explayaba esta semana al apuntar que el tripartito se ha guiado sólo por interés electoral y partidista, sin atender, por tanto, a la finalidad de interés y servicio público. Además, continuaba Cuenca, se han mostrado en desunión, sin cohesión, en general sin sentido institucional, y sin cumplir los compromisos de sus programas electorales.

La crítica de Cuenca es partidista, pero refleja lo que sienten muchos votantes catalanes y explica el hecho de que muchos socialistas se vayan a quedar en casa el domingo de elecciones. Explica también las dos escisiones que ha sufrido ERC, cuyos votantes más independentistas lamentan el poco contenido catalanista del último gobierno. Esto ha propiciado la fuga de personajes de renombre como Joan Carretero, que ha fundado el partido Reagrupament, u Oriol Bertran, que se ha sumado a las filas de Solidaritat Catalana, el partido creado por el ex presidente del F.C. Barcelona, Joan Laporta.

Como ya se ha dicho, para poder gobernar, Mas tendrá que pactar con algún partido, entre los cuales PP y ERC tienen mayores posibilidades. Mas ha protagonizado una campaña relativamente suave, evitando polémicas con otros partidos y aprovechando la debacle del tripartito. Esto le deja las puertas abiertas, aunque la mayoría de analistas apuesta por un acuerdo con el PP. El propio líder de ERC, Joan Puigcercós, asume dicho pacto y critica a CiU por no querer arriesgarse con un referéndum sobre la independencia.

Y es que, según explica el periodista Xavier Prera, para llevar a cabo su programa, a Mas le conviene un acuerdo con el PP. Prera señala que Mas comenzará con un gobierno de bajo perfil, centrado en la salida de la crisis económica –con recetas neoliberales como la reducción de presupuesto y la baja de impuestos– al menos hasta que se celebren las elecciones generales en España, fechadas para comienzos de 2012. CiU calcula que el partido vencedor en esos comicios, probablemente el PP, necesitará apoyo para gobernar. “Es entonces –dice Prera– cuando Mas dará su apoyo a dicho gobierno a cambio del concierto económico”.

El asunto del concierto económico, aunque en menor medida que la independencia, levanta ampollas en el resto de España, por lo que el presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, respiró tranquilo cuando Mas señaló que no lo pediría hasta la siguiente legislatura nacional. De hecho, las elecciones catalanas no tendrán una incidencia a corto plazo en la política estatal, ya que el PSOE tiene asegurada la estabilidad presupuestaria gracias al acuerdo con el Partido Nacionalista Vasco y la Coalición Canaria.

El concierto económico ha sido el caballo de Troya de Mas durante la campaña electoral. Se trata de conseguir un acuerdo con el Estado para que sea Cataluña quien gestione los impuestos y las recaudaciones generadas en la comunidad. Este tipo de acuerdo ya existe en el caso del País Vasco y Navarra y serviría, según CiU, para que el dinero de los catalanes no se disperse por el resto del Estado español. Ya basta de pagar la fiesta al resto, proclamó Mas en un mitin ayer.

Independentismo de ida y vuelta

Hace unos meses, parecía que la independencia catalana estaba a la vuelta de la esquina. En junio, el tribunal constitucional recortó el nuevo Estatuto –texto que regula las competencias de cada comunidad autónoma de España–, que había sido aprobado por los parlamentos catalán y español. Esto generó una ola de rechazo hacia España, que se tradujo a su vez en una gran manifestación y en consultas municipales a favor de la independencia en más de 100 localidades catalanas. La aparición de nuevos partidos independentistas y la prohibición, por parte del Parlamento catalán, de las corridas de toros también incrementaron la tensión con Madrid, donde la derecha española clamaba al cielo ante la amenaza inminente de una España rota.

Al final, el drama no ha sido para tanto, ironiza Partal, quien explica que muchos votantes independentistas se quedarán en casa, decepcionados ante la fragmentación del independentismo en diferentes candidaturas. “Otros votos –añade– se canalizarán a través de CiU, cuya base social se ha movido hacia la independencia en los últimos meses”.

Pero el independentismo no morirá con estas elecciones. Analistas como Partal señalan que el camino hacia la independencia es irrevocable y ésta se dará de forma natural, simplemente porque España no va a cambiar.