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Se basa en que para algunos la cura es mejor en ambientes que celebran sus creencias y su cultura

Hospital de EU combina la medicina moderna con la tradición indígena

Ubicado en territorio del grupo chickasha, en Oklahoma, posee servicio de urgencias y equipo de avanzada tecnología

La cultura étnica está presente en la arquitectura y la decoración

 
Periódico La Jornada
Sábado 20 de noviembre de 2010, p. 2

Ada, EU, 18 de noviembre. Ubicado entre praderas y bosques surcados por arroyos, un nuevo hospital que combina las técnicas más modernas de la medicina con las tradiciones indígenas ancestrales abrió sus puertas en territorio de los nativos chickasha, en Oklahoma, al sur de Estados Unidos.

Los diseñadores de este centro, el hospital indígena más grande de Estados Unidos, partieron del principio de que la medicina de hoy no se trata sólo de medicamentos, sino que algunos pacientes se curan mejor en un ambiente que celebra sus creencias y su cultura.

Nos apoyamos en la medicina moderna, pero hay gente que está convencida de que la cura no es sólo del cuerpo, sino también del espíritu, explicó el gobernador de Chickasha, Bill Angatubby.

Un servicio de urgencias, 72 camas, un centro de tratamiento de diabetes, una clínica dental e incluso un servicio de diagnóstico, que incluye un escáner, componen el hospital.

En la cultura chickasha los vínculos con la naturaleza y la familia son muy profundos. Este hospital reserva un espacio al aire libre para ceremonias del corazón, a las cuales puede asistir gran número de personas.

Construido sobre el sitio de un antiguo hospital en la localidad de Ada, al suroeste de la capital de Oklahoma, el centro ofrece a los nativos el equipo más avanzado. Está abierto a todas las tribus y fue concebido para acoger otras prácticas y tradiciones.

Los amplios ventanales permiten prescindir de la luz eléctrica los días de sol y ofrecen a los pacientes 93 hectáreas de pacíficas áreas verdes que pueden ver desde sus camas.

Levanta el ánimo; uno no se siente prisionero en una jaula, asegura Harry Speck, uno de los arquitectos.

El centro fue financiado por los ingresos de los casinos de la zona y empresas privadas, sobre todo fábricas de chocolate, los cuales aportaron unos 145 millones de dólares. La oficina de asuntos indígenas asumió la remuneración del personal.

El sitio es muy tranquilo; hay pacientes que piden quedarse un día más, lo que no sucedía antes, dice Judy Parker, directora del lugar.

La cultura chickasha está presente en todas partes: los pisos y techos tienen figuras geométricas en diamante y a la entrada del hospital se exhibe un collar de perlas. Hay cúpulas enmarcando las entradas, en tanto la cal y los paneles de cobre de origen local recuerdan el arraigo del lugar en la tierra.

Los muros están salpicados de obras de arte chickasha. En el corredor que conduce a la sala de espera de la sección de cirugía, cuelgan retratos de antepasados realizados por el artista indígena Mike Larsen. Uno, representa a Pearl Carter Scott, el estadunidense más joven en obtener la licencia de piloto, a los 13 años, cerca de 1928.

La mayor parte de la gente que viene conoce a estas personas, dijo Debbie Jackson, directora de relaciones con los clientes. Estas obras de objetos artesanales producen sensación de bienestar.