Las chinampas y los chinamperos
Las chinampas, pedazos de tierra productiva rodeados por lagunas –que en el
pasado existieron en varios lugares de la
Ciudad de México, como Iztacalco, Iztapalapa
e incluso en la Magdalena Mixiuhca–
hoy sólo sobreviven en Xochimilco y en
San Andrés Mixquic, en Tláhuac.
En otros lugares hay “cosas parecidas”,
como es en el Río Lerma, en nuestro
país, pero también en Francia, en Estados
Unidos (en Florida), en Centroamérica
e incluso en Cachemira, en donde
les llaman campos drenados y elevados
y producen plantas medicinales y de ornato.
También hay algo parecido a las
chinampas en Surinm, y en Colombia,
donde se llaman “Guaru-guaru”, dice
José Genovevo Espinosa.
José Aurelio Cuaxospa comenta: “me
platicaban cómo antes salía el agua del
manantial (de San Luis Tlaxialtemaco)
y se iba sobre los canales. Cortaban la
verdura y las canoas se iban con la corriente
de agua hasta el mercado de
Jamaica y regresaban con las canoas
vacías. Me imagino cómo era de bonito.
Toda esa agua se iba hacia el lago de
Texcoco. Aunque haya cosas parecidas a
las chinampas, en ningún lugar del mundo
existe lo que aquí tuvimos”.
“Los aztecas tenían mucho conocimiento
en la ubicación solar y por eso
aquí las chinampas están ubicadas de
norte a sur. Así el sol las baña mejor”,
dice Aurelio y completa Genovevo: “a
los extranjeros les llaman la atención
nuestras chinampas porque son altamente
productivas; llegaban a dar
tres o cuatro cosechas de hortalizas al
año, y la sustentabilidad es su caracterís
tica. Llevamos sembrándolas por lo
menos mil años, pues no está clara la
fecha de su origen. Hay quienes dicen
que se remontan a 200 años antes de
Cristo y otros dicen que surgieron 800
años después de Cristo. Los estudiantes
nacionales y extranjeros de agronomía
que llegan aquí, se llevan una verdadera
lección de agroecología, incluyendo en
ello el conocimiento de los chinamperos,
porque Aurelio y otros pocos que
todavía viven y que saben bien la técnica
antigua y moderna de las chinampas
son como un libro abierto y deberían
ser parte de una escuela o una cátedra,
pues de otra forma cuando mueran se
llevarán su saber a la tumba”. |
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Xochimilco
Aguas negras, urbanización desordenada y políticos ineficaces
- Línea 12 del Metro y posible construcción de un Wal Mart,
los retos
Lourdes Edith Rudiño
En los mantos freáticos
de Xochimilco
–igual que en
las demás delegaciones
rurales de la Ciudad de México– está un
alto porcentaje del agua que consume la población
urbana de esta capital. Sin embargo, desde
los años 50s del siglo pasado se están dando
pasos agigantados que deterioran y contaminan
estos lugares y que arrebatan a sus pobladores su
actividad agrícola y el sustento de sus familias.
FOTO: Carlos Ramos Mamahua / La Jornada |
En Xochimilco, particularmente en los pueblos
de San Gregorio y de San Luis Tlaxialtemalco,
la forma tradicional de producción
agrícola es la chinampa –si bien es cierto que
en los cerros se produce en terrazas–. Pero
la chinampa está muy descuidada. Los productores
del lugar, que hoy se enfocan fundamentalmente
a las plantas de ornato, lamentan
que el sistema de aguas de la ciudad les
mande a veces aguas tratadas, a veces aguas
medio limpias, y a veces de plano aguas negras.
Asimismo hay un gran desorden y falta
de regulación real en la zona –que se supone
es suelo de conservación y por tanto debería
frenarse el uso para fines urbanos.
Así, la chinampa, que es una tradición indígena,
prehispánica, heredada por generaciones;
que antaño fue parte fundamental del paradisíaco
Xochimilco, y que es el motivo por el cual
en 1987 la Organización de las Naciones Unidas
para la Educación, la Ciencia y la Cultura
(UNESCO) declaró a esta delegación Patrimonio
de la Humanidad, está en decadencia.
“Vamos rumbo al fin de la agricultura chinampera, y el día que por fin se acabe, se terminará
también el agua que abastecemos a la
capital; debajo de las chinampas está la vida
de la ciudad”, advierte José Genovevo Espinosa,
estudioso y promotor internacional de
la chinampa, quien recuerda que durante los
años 60s y 70s a Xochimilco llegó desde el sistema
de aguas del Distrito Federal (DF) agua
sin tratar, de drenaje, con la cual se regaban
las hortalizas, y por ello mismo muchos dejaron
de producir aquí estos alimentos y se
orientaron a las plantas ornamentales.
“Aquí tenemos humedales, el agua está jugosa,
y es la que se llevan –por medio de unos
diez pozos de agua potable y un acueducto
que llega hasta la colonia Condesa–, y en
cambio recibimos agua tratada y a veces putrefacta,
sucia”, completa José Aurelio Cuaxospa
Quintero, hombre de 61 años que es uno de
los pocos que preserva el conocimiento de las
técnicas antiguas de la chinampa.
José Aurelio y José Genovevo son del pueblo
de San Luis Tlaxialtemalco, colindante con
la delegación Tláhuac –esto es, a unos pasos
de las obras de la línea 12 del Metro–. Comentan
que no obstante ser área de conservación,
los pueblos de San Gregorio y de Xochimilco
están siendo arrasados muy rápidamente por
la urbanización. “Hay casas habitación entre
los cultivos de lechuga; allí tiende a desaparecer
más rápido la chinampa”.
En San Luis eso no ocurre porque la Comisión
de Recursos Naturales (Corena), de la
Secretaría de Medio Ambiente, tiene su sede
en este pueblo y “no permite meter luz o agua
potable, y para urbanizar, pues necesitamos
abrir calle y meter esos servicios”, dice Aurelio.
Pero la actuación de la Corena es discrecional. La Corena “debería preservar los
bosques de Milpa Alta y Tlalpan y absolutamente
toda la zona chinampera de Xochimilco,
como últimos reductos de una zona
paisajística, indispensable para la sostenibilidad
de la ciudad y para amortiguar el cambio
climático; también para impedir que se acelere
el hundimiento de la ciudad”, dice José
Genovevo. Y la realidad es que la mancha
urbana crece y crece en todas estas zonas.
En el caso de San Luis Tlaxialtemalco, en
el pasado ocurrió que gente del centro de la
capital compró tierras en la parte del cerro
y llegó a vivir allí después del terremoto de
1985. Fue fácil adquirir tierra rural pues aquí
predomina la pequeña propiedad.
Adicionalmente, hay un terreno de 62 hectáreas
que fue expropiado hace años y donde
incluso se asienta la propia Corena (la construcción
de su edificio implicó el derrumbe
de árboles). Esa zona es un área lacustre, que
fue de chinampas, y advierte José Genovevo,
si bien esta superficie está prevista para un
vivero para plantas que reforesten la cuenca
de México, “el terreno está tentado; es propiedad
del gobierno del DF y ya quisieron traer
aquí todas las secretarías de este gobierno,
con todo lo que eso implica, un montón de
gente y problemas (...); no estaría bien que
nos quisieran poner allí un reclusorio o un
basurero o un centro policiaco. Debe dedicarse
a algo acorde con la realidad ambiental
que vivimos”. Y también hay la preocupación
de que cuando esté lista la línea 12 del Metro,
lleguen inmobiliarias y negociantes que quieran
comprar la tierra. “Las chinampas están a
un paso de donde va a llegar el Metro”.
El pueblo de San Luis tiene inquietudes propias
de urbanizarse –pues las familias crecen,
“y dónde va a vivir mi hijo?”, se pregunta José
Genovevo–, pero en general se ha organizado
para frenar la llegada de extraños. Por
ejemplo, en los 90s la Asociación Nacional de
Actores (ANDA) adquirió allí un terreno para
construir 210 viviendas. “Nos unimos como si
fuéramos un solo hombre e invitamos a antropólogos
y etnólogos que habían estudiando
aquí y nos ayudaron. El gobierno nos ayudó
y dejó estas tierras para nuestro pueblo y a
cambio le dio a la ANDA tierras por el área
de Reino Aventura”. Ahora en este terreno
está el mercado de plantas. Ya en los años 70s
también el pueblo defendió un espacio de tres
hectáreas que había comprado una radiodifusora.
Hoy el lugar es un centro deportivo que
tiene en el subsuelo un manto acuífero.
“Y estamos a punto de lidiar otro asunto. Hay
un inmueble más o menos de cuatro hectáreas
que está abandonado desde fines de los
60s, y que antes fue una granja avícola. Wal-
Mart quiere construir un centro comercial
aquí, que sería el primero de la zona de Xochimilco,
Milpa Alta y Tláhuac”. Comenta
José Genovevo que hay algunas personas del
pueblo que sí quieren este centro comercial,
pues “creen que con ello va a llegar la modernidad
y el progreso”, pero otros muchos están
en desacuerdo. Son personas que tienen pequeños
comercios: misceláneas, panaderías,
los propios productores de plantas y flores.
“Ese centro vende de todo, hasta plantas, y se
ve bonito... pero es falsa modernidad”. Ante
el reto “vamos a actuar según lo veamos”.
Un problema serio es que, como pueblo, se
sienten desatendidos por la autoridad. Los
políticos no ayudan y generan más bien caos.
“Nuestro delegado no nos recibe en audiencia y
el que venga va a ser igual. Así es la experiencia
que tenemos. Lo peor es que seguimos votando
por ellos porque a cambio nos dan cemento,
grava (...) O hay canales que ya no tienen agua
y aunque la Corena no quiere que haya urbanización,
gente de todos los partidos políticos,
sin excepción, nos dicen ‘tú haz tu casa y vota
por mí, y al rato solicitamos el cambio de uso de
suelo’”, concluye José Genovevo.
Testimonios de pobladores de Xochimilco
FOTOS: Lourdes E. Rudiño |
Claudio Sabino
Xolalpa Mancera
Hasta los años 50s se cultivaron aquí hortalizas:
calabaza, lechuga espinaca, apio,
cilantro y la verdolaga y los quelites que nacían
solitos, todo eso en la zona chinampera.
En los cerros teníamos maíz, jitomate y
calabaza... En San Juan Acuexcomac (en el
pueblo de San Luis Tlaxialtemalco) estaba
un manantial muy grande y era mantenido
por la zona chinampera. Si teníamos sed y
estábamos trabajando, bajábamos a la orilla
de la zanja o en la misma canoa y tomábamos
agua de los canales de las chinampas
y nunca nos hizo daño, era agua limpia, de
manantial; las plantas o las verduras que se
cultivaban crecían solas, la tierra estaba virgen,
era pantanosa y tenía una capa llamada
césped (formada de sedimentos naturales:
de tules y pastos) que era rico en nutrientes.
No necesitábamos fertilizantes, no conocíamos
los químicos. Fuimos siete hermanos y
mis dos padres. Todo el sustento de la familia
salía del campo. Algo que gocé de niño
fue que había mucho pescado. Yo agarraba
las carpas con la mano. En el día podía
pescar con mano unas 25 carpas de yo creo
un cuarto de kilo cada una. Había mucho
acosil y ajolote. había frutas, mucho durazno,
membrillo manzana, tecojote, ciruelo,
pera...; íbamos al campo y nos comíamos la
fruta del árbol directamente, nunca nos hizo
daño. Todo eso se perdió ya.
Mi papá participó en la construcción del
acueducto que nace del bosque de San Juan
Acuexcomac y llegaba hasta Chapultepec.
Me acuerdo de niño, a fines de los 50s y principios
de los 60s, vi que el manantial fue rellenado
con piedra para montar una batería
de bombas de extracción de agua para mandarla
al acueducto. Eso nos provocó hundimientos
del suelo. El césped, que era como
una esponja polvosa mantenida por el agua,
se aplastó cuando ya no hubo agua de manantial
y entonces la zona chinampera estuvo
en peligro de ser desierto, un Texcoco
por decir. Porque después de la extracción,
en 1965-66 nos mandaron aguas negras y
luego inyectaron agua dizque tratada. Las
chinampas sobreviven pero con canales artificiales,
porque ya no son de manantial, sino
de aguas tratadas
Desde que nos mandaron aguas negras se
empezaron a morir los ahuejotes, Había mucho
durazno, membrillo, mucha flor de alcatraz
en las orillas de las zanjas. Todo eso se
murió. También se acabaron los peces. Hoy
hay tilapia. Pero no la comemos porque hay
alteraciones en cuanto al abastecimiento de
agua que nos llega del Cerro de la Estrella.
A veces mandan agua tratada y a veces aguas
negras. El canal se tapiza de tilapias que se
mueren cuando hay aguas negras.
Actualmente en (el pueblo de) San Gregorio
cultivan mucho la verdura. En San Luis
Tlaxialtemalco cultivamos más las plantas
de ornato (los más significativos son los crisantemos,
cempazúchitl y nochebuena, así
como hierbas medicinales), pero, por los
problemas del agua negra, tenemos que usar
muchos químicos y eso nos está afectando.
No tenemos una orientación por parte del
gobierno para decir qué químicos hay que
utilizar y en qué cantidades.
Francisca Xolalpa Espinoza,
75 años de edad
Todo ha cambiado mucho. Antes sembrábamos
maicito, calabaza, frijolito, Hoy ya no
se da, se seca la plantita. Los terrenos están
muy salitrosos y el agua es muy sucia, apestosa,
negra, negra. Si sembramos elotitos, ya
no nacen o si nacen, nacen chaparritos, para
la pastura de las vacas. Cuando era niña mis
papás sembraban chícharo, alcatraz, col,
toda clase de verdura. Mi mamá vendía en
una placita, en Tepito. Dos veces hacíamos
la comida, no se usaba gas, ni carbón. Las
heces de las vacas las dejábamos secar, hasta
endurecerse, las quemábamos y se hacían
como carboncito. Las llamábamos “muñegas”.
Ahora cultivamos pura planta en invernaderos,
pero tenemos que usar químicos, y
me provocan alergias, me hincho de la cara.
Antes producíamos chícharo en chinampas,
y en lo largo de los remos los colgábamos.
Mi papá los cortaba y nosotros recogíamos
los manojos para colgarlos en los remos. Me
enseñé a remar la canoa y a caminar todo el
canal. Todo era chinampas. Antes comíamos
los quelites fresquecitos, los quintoniles, los
chilacayotitos chiquitos y tiernitos, todo eso
sembrábamos. Y de eso vivimos porque no
sabíamos lo que era comprar comida, todo
lo teníamos. No había casas, había una que
otra, y hoy estamos llenos.
Mi papá cumplió el mes pasado 100 años
y todavía manda a mi hermano a que vaya
a sembrar que la calabaza, que el frijol. Él
quisiera lo mismo de sus tiempos. Todo eso
fue muy bonito. Mis hijos, cinco, ya no se
dedican al campo. Tienen su trabajito, algunos
son maestros de escuela, ganan poquito
pero como quiera que tienen su quincena.
Y mi esposo y yo, trabajando en el campo,
tenemos que buscarle a fuerza para comer.
Yo vendo aquí en el mercado (de plantas). A
veces he lavado y planchado ajeno para completar
para comer.
Miguel Cabello Robles,
64 años de edad
Al principio las chinampas se alzaron a base
de pasto y lodo. Así se fueron levantando.
Se les llama chinampas porque son pedazos
de tierra, rodeados de agua y alrededor los
ahuejotes, y todas las orillas estaban llenas
de alcatraz, la flor nativa de aquí; todo era
blanco. Con el “soquimacla” –una especie
de bolsa de manta con un palo largo– sacábamos
lodo del agua en canoa, y hacíamos
el almácigo sobre las chinampas, de allí
entonces cortábamos, se enchapinaba o se
ensemillaba y después en los puros cuadros
de lodo transportábamos la planta. Y había
mucho pescado, agua, mucha abundancia.
Últimamente las personas se han dedicado
al cultivo de plantas, y es puro invernadero.
Antes era todo campo a cielo abierto. En el
manantial que había en el bosque de San
Juan Acuexcomac, me tocó nadar todavía.
El agua de allí corría hacia abajo, hacia las
chinampas. Todo eso se acabó.
Además de verduras, antes sembrábamos
el maíz, echábamos almácigos también en
el banquito del lodo. Las cosechas las sacábamos
en canoas, en costales. Los peones
ganaban siete pesos al día, en ese tiempo
rendía mucho el dinero, porque comía uno
todo lo que quería.
Había mucho pescado, en las chinampas había
muchas verduras, acelga, epazote, espinaca,
cilantro, coliflor, pepino, chilacayote,
todo eso lo sacábamos por agua a Tlamelaca,
que era el embarcadero del pueblo. Toda
la producción, al principio se iba por agua, a
la Merced o a Jamaica, después se empezó a
trasladar por carro.
En una sola ocasión acompañé a mi papá en
canoa a Jamaica –ya en las fechas últimas en
que hubo ese recorrido–. Nos llevamos toda
la mercancía, la verdura, en la canoa, por toda
La Viga. Todo ese era el canal nacional, salía
desde aquí y desde (el pueblo de) Xochimilco.
Había una y griega que unía al mismo canal
y llegaba a Jamaica. El canal pasaba por San
Lorenzo, Chimalhuacán y más arriba. Todo
eso eran puros pueblos. Un pueblo a otro se
dividían a base de puras milpas. Puro maíz y
había mucho establo y había mucho ganado.
Ahora todo es muy diferente. Sigue habiendo
chinampas, pero ya no es lo mismo en la
forma de trabajar. Ahora en las chinampas
hay puras plantas, pues la agricultura ya no
deja dinero. Por ejemplo el maíz se siembra
y ya no nace, o crece nada más y se agila, ya
no llena el elote y antes no porque se daba
mucho el maíz, crecían las milpas, unas mazorcas
grandes, bonitas. Hasta la verdura, si
no se abona con químicos, ya no se da. Y antes
sembrábamos con abono pero puro orgánico,
estiércol de ganado o el chilacastle que
se da en el agua, luego barbechábamos y se
sembraba la planta, la verdura, lo que fuera.
También ha cambiado la gente. En las generaciones
de antes, hasta donde me tocó a mi,
si uno era hombre, los papás querían que uno
creciera para trabajar el campo, si era mujer,
se dedicaba al hogar. Ahora hay más trabajo,
más gasto, más todo. Antes rendía mucho
el dinero porque todo era barato. Con diez
pesos uno hacía uno fortunas. Las generaciones
de ahora ya no quieren trabajar el campo.
Los papás por muy pobres que sean, quieren
que los hijos estudien, que salgan adelante.
Ya no quieren que trabajen el campo.
Yo produzco cempazúchil, moneda, todas las
hierbas medicinales (albahaca, ruda, romero,
ajenjo, hierbabuena, menta) y un poco de
flores y plantas, por ejemplo begoñas, mantos
y millonarias. Ahorita apenas va saliendo
para comer. A mí me gustaría que siguiera
todo esto es muy bonito. Como mexicanos
deberíamos defender este modo de vida. |
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