20 de noviembre de 2010     Número 38

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER

Suplemento Informativo de La Jornada

Las chinampas y los chinamperos

Las chinampas, pedazos de tierra productiva rodeados por lagunas –que en el pasado existieron en varios lugares de la Ciudad de México, como Iztacalco, Iztapalapa e incluso en la Magdalena Mixiuhca– hoy sólo sobreviven en Xochimilco y en San Andrés Mixquic, en Tláhuac.

En otros lugares hay “cosas parecidas”, como es en el Río Lerma, en nuestro país, pero también en Francia, en Estados Unidos (en Florida), en Centroamérica e incluso en Cachemira, en donde les llaman campos drenados y elevados y producen plantas medicinales y de ornato. También hay algo parecido a las chinampas en Surinm, y en Colombia, donde se llaman “Guaru-guaru”, dice José Genovevo Espinosa.

José Aurelio Cuaxospa comenta: “me platicaban cómo antes salía el agua del manantial (de San Luis Tlaxialtemaco) y se iba sobre los canales. Cortaban la verdura y las canoas se iban con la corriente de agua hasta el mercado de Jamaica y regresaban con las canoas vacías. Me imagino cómo era de bonito. Toda esa agua se iba hacia el lago de Texcoco. Aunque haya cosas parecidas a las chinampas, en ningún lugar del mundo existe lo que aquí tuvimos”.

“Los aztecas tenían mucho conocimiento en la ubicación solar y por eso aquí las chinampas están ubicadas de norte a sur. Así el sol las baña mejor”, dice Aurelio y completa Genovevo: “a los extranjeros les llaman la atención nuestras chinampas porque son altamente productivas; llegaban a dar tres o cuatro cosechas de hortalizas al año, y la sustentabilidad es su caracterís tica. Llevamos sembrándolas por lo menos mil años, pues no está clara la fecha de su origen. Hay quienes dicen que se remontan a 200 años antes de Cristo y otros dicen que surgieron 800 años después de Cristo. Los estudiantes nacionales y extranjeros de agronomía que llegan aquí, se llevan una verdadera lección de agroecología, incluyendo en ello el conocimiento de los chinamperos, porque Aurelio y otros pocos que todavía viven y que saben bien la técnica antigua y moderna de las chinampas son como un libro abierto y deberían ser parte de una escuela o una cátedra, pues de otra forma cuando mueran se llevarán su saber a la tumba”.

Xochimilco

Aguas negras, urbanización desordenada y políticos ineficaces

  • Línea 12 del Metro y posible construcción de un Wal Mart,
    los retos

Lourdes Edith Rudiño

En los mantos freáticos de Xochimilco –igual que en las demás delegaciones rurales de la Ciudad de México– está un alto porcentaje del agua que consume la población urbana de esta capital. Sin embargo, desde los años 50s del siglo pasado se están dando pasos agigantados que deterioran y contaminan estos lugares y que arrebatan a sus pobladores su actividad agrícola y el sustento de sus familias.


FOTO: Carlos Ramos Mamahua / La Jornada

En Xochimilco, particularmente en los pueblos de San Gregorio y de San Luis Tlaxialtemalco, la forma tradicional de producción agrícola es la chinampa –si bien es cierto que en los cerros se produce en terrazas–. Pero la chinampa está muy descuidada. Los productores del lugar, que hoy se enfocan fundamentalmente a las plantas de ornato, lamentan que el sistema de aguas de la ciudad les mande a veces aguas tratadas, a veces aguas medio limpias, y a veces de plano aguas negras.

Asimismo hay un gran desorden y falta de regulación real en la zona –que se supone es suelo de conservación y por tanto debería frenarse el uso para fines urbanos. Así, la chinampa, que es una tradición indígena, prehispánica, heredada por generaciones; que antaño fue parte fundamental del paradisíaco Xochimilco, y que es el motivo por el cual en 1987 la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) declaró a esta delegación Patrimonio de la Humanidad, está en decadencia.

“Vamos rumbo al fin de la agricultura chinampera, y el día que por fin se acabe, se terminará también el agua que abastecemos a la capital; debajo de las chinampas está la vida de la ciudad”, advierte José Genovevo Espinosa, estudioso y promotor internacional de la chinampa, quien recuerda que durante los años 60s y 70s a Xochimilco llegó desde el sistema de aguas del Distrito Federal (DF) agua sin tratar, de drenaje, con la cual se regaban las hortalizas, y por ello mismo muchos dejaron de producir aquí estos alimentos y se orientaron a las plantas ornamentales.

“Aquí tenemos humedales, el agua está jugosa, y es la que se llevan –por medio de unos diez pozos de agua potable y un acueducto que llega hasta la colonia Condesa–, y en cambio recibimos agua tratada y a veces putrefacta, sucia”, completa José Aurelio Cuaxospa Quintero, hombre de 61 años que es uno de los pocos que preserva el conocimiento de las técnicas antiguas de la chinampa.

José Aurelio y José Genovevo son del pueblo de San Luis Tlaxialtemalco, colindante con la delegación Tláhuac –esto es, a unos pasos de las obras de la línea 12 del Metro–. Comentan que no obstante ser área de conservación, los pueblos de San Gregorio y de Xochimilco están siendo arrasados muy rápidamente por la urbanización. “Hay casas habitación entre los cultivos de lechuga; allí tiende a desaparecer más rápido la chinampa”.

En San Luis eso no ocurre porque la Comisión de Recursos Naturales (Corena), de la Secretaría de Medio Ambiente, tiene su sede en este pueblo y “no permite meter luz o agua potable, y para urbanizar, pues necesitamos abrir calle y meter esos servicios”, dice Aurelio.

Pero la actuación de la Corena es discrecional. La Corena “debería preservar los bosques de Milpa Alta y Tlalpan y absolutamente toda la zona chinampera de Xochimilco, como últimos reductos de una zona paisajística, indispensable para la sostenibilidad de la ciudad y para amortiguar el cambio climático; también para impedir que se acelere el hundimiento de la ciudad”, dice José Genovevo. Y la realidad es que la mancha urbana crece y crece en todas estas zonas.

En el caso de San Luis Tlaxialtemalco, en el pasado ocurrió que gente del centro de la capital compró tierras en la parte del cerro y llegó a vivir allí después del terremoto de 1985. Fue fácil adquirir tierra rural pues aquí predomina la pequeña propiedad.

Adicionalmente, hay un terreno de 62 hectáreas que fue expropiado hace años y donde incluso se asienta la propia Corena (la construcción de su edificio implicó el derrumbe de árboles). Esa zona es un área lacustre, que fue de chinampas, y advierte José Genovevo, si bien esta superficie está prevista para un vivero para plantas que reforesten la cuenca de México, “el terreno está tentado; es propiedad del gobierno del DF y ya quisieron traer aquí todas las secretarías de este gobierno, con todo lo que eso implica, un montón de gente y problemas (...); no estaría bien que nos quisieran poner allí un reclusorio o un basurero o un centro policiaco. Debe dedicarse a algo acorde con la realidad ambiental que vivimos”. Y también hay la preocupación de que cuando esté lista la línea 12 del Metro, lleguen inmobiliarias y negociantes que quieran comprar la tierra. “Las chinampas están a un paso de donde va a llegar el Metro”.

El pueblo de San Luis tiene inquietudes propias de urbanizarse –pues las familias crecen, “y dónde va a vivir mi hijo?”, se pregunta José Genovevo–, pero en general se ha organizado para frenar la llegada de extraños. Por ejemplo, en los 90s la Asociación Nacional de Actores (ANDA) adquirió allí un terreno para construir 210 viviendas. “Nos unimos como si fuéramos un solo hombre e invitamos a antropólogos y etnólogos que habían estudiando aquí y nos ayudaron. El gobierno nos ayudó y dejó estas tierras para nuestro pueblo y a cambio le dio a la ANDA tierras por el área de Reino Aventura”. Ahora en este terreno está el mercado de plantas. Ya en los años 70s también el pueblo defendió un espacio de tres hectáreas que había comprado una radiodifusora. Hoy el lugar es un centro deportivo que tiene en el subsuelo un manto acuífero.

“Y estamos a punto de lidiar otro asunto. Hay un inmueble más o menos de cuatro hectáreas que está abandonado desde fines de los 60s, y que antes fue una granja avícola. Wal- Mart quiere construir un centro comercial aquí, que sería el primero de la zona de Xochimilco, Milpa Alta y Tláhuac”. Comenta José Genovevo que hay algunas personas del pueblo que sí quieren este centro comercial, pues “creen que con ello va a llegar la modernidad y el progreso”, pero otros muchos están en desacuerdo. Son personas que tienen pequeños comercios: misceláneas, panaderías, los propios productores de plantas y flores. “Ese centro vende de todo, hasta plantas, y se ve bonito... pero es falsa modernidad”. Ante el reto “vamos a actuar según lo veamos”.

Un problema serio es que, como pueblo, se sienten desatendidos por la autoridad. Los políticos no ayudan y generan más bien caos. “Nuestro delegado no nos recibe en audiencia y el que venga va a ser igual. Así es la experiencia que tenemos. Lo peor es que seguimos votando por ellos porque a cambio nos dan cemento, grava (...) O hay canales que ya no tienen agua y aunque la Corena no quiere que haya urbanización, gente de todos los partidos políticos, sin excepción, nos dicen ‘tú haz tu casa y vota por mí, y al rato solicitamos el cambio de uso de suelo’”, concluye José Genovevo.

Testimonios de pobladores de Xochimilco


FOTOS: Lourdes E. Rudiño

Claudio Sabino Xolalpa Mancera

Hasta los años 50s se cultivaron aquí hortalizas: calabaza, lechuga espinaca, apio, cilantro y la verdolaga y los quelites que nacían solitos, todo eso en la zona chinampera. En los cerros teníamos maíz, jitomate y calabaza... En San Juan Acuexcomac (en el pueblo de San Luis Tlaxialtemalco) estaba un manantial muy grande y era mantenido por la zona chinampera. Si teníamos sed y estábamos trabajando, bajábamos a la orilla de la zanja o en la misma canoa y tomábamos agua de los canales de las chinampas y nunca nos hizo daño, era agua limpia, de manantial; las plantas o las verduras que se cultivaban crecían solas, la tierra estaba virgen, era pantanosa y tenía una capa llamada césped (formada de sedimentos naturales: de tules y pastos) que era rico en nutrientes. No necesitábamos fertilizantes, no conocíamos los químicos. Fuimos siete hermanos y mis dos padres. Todo el sustento de la familia salía del campo. Algo que gocé de niño fue que había mucho pescado. Yo agarraba las carpas con la mano. En el día podía pescar con mano unas 25 carpas de yo creo un cuarto de kilo cada una. Había mucho acosil y ajolote. había frutas, mucho durazno, membrillo manzana, tecojote, ciruelo, pera...; íbamos al campo y nos comíamos la fruta del árbol directamente, nunca nos hizo daño. Todo eso se perdió ya.

Mi papá participó en la construcción del acueducto que nace del bosque de San Juan Acuexcomac y llegaba hasta Chapultepec. Me acuerdo de niño, a fines de los 50s y principios de los 60s, vi que el manantial fue rellenado con piedra para montar una batería de bombas de extracción de agua para mandarla al acueducto. Eso nos provocó hundimientos del suelo. El césped, que era como una esponja polvosa mantenida por el agua, se aplastó cuando ya no hubo agua de manantial y entonces la zona chinampera estuvo en peligro de ser desierto, un Texcoco por decir. Porque después de la extracción, en 1965-66 nos mandaron aguas negras y luego inyectaron agua dizque tratada. Las chinampas sobreviven pero con canales artificiales, porque ya no son de manantial, sino de aguas tratadas

Desde que nos mandaron aguas negras se empezaron a morir los ahuejotes, Había mucho durazno, membrillo, mucha flor de alcatraz en las orillas de las zanjas. Todo eso se murió. También se acabaron los peces. Hoy hay tilapia. Pero no la comemos porque hay alteraciones en cuanto al abastecimiento de agua que nos llega del Cerro de la Estrella. A veces mandan agua tratada y a veces aguas negras. El canal se tapiza de tilapias que se mueren cuando hay aguas negras.

Actualmente en (el pueblo de) San Gregorio cultivan mucho la verdura. En San Luis Tlaxialtemalco cultivamos más las plantas de ornato (los más significativos son los crisantemos, cempazúchitl y nochebuena, así como hierbas medicinales), pero, por los problemas del agua negra, tenemos que usar muchos químicos y eso nos está afectando. No tenemos una orientación por parte del gobierno para decir qué químicos hay que utilizar y en qué cantidades.

Francisca Xolalpa Espinoza, 75 años de edad

Todo ha cambiado mucho. Antes sembrábamos maicito, calabaza, frijolito, Hoy ya no se da, se seca la plantita. Los terrenos están muy salitrosos y el agua es muy sucia, apestosa, negra, negra. Si sembramos elotitos, ya no nacen o si nacen, nacen chaparritos, para la pastura de las vacas. Cuando era niña mis papás sembraban chícharo, alcatraz, col, toda clase de verdura. Mi mamá vendía en una placita, en Tepito. Dos veces hacíamos la comida, no se usaba gas, ni carbón. Las heces de las vacas las dejábamos secar, hasta endurecerse, las quemábamos y se hacían como carboncito. Las llamábamos “muñegas”. Ahora cultivamos pura planta en invernaderos, pero tenemos que usar químicos, y me provocan alergias, me hincho de la cara.

Antes producíamos chícharo en chinampas, y en lo largo de los remos los colgábamos. Mi papá los cortaba y nosotros recogíamos los manojos para colgarlos en los remos. Me enseñé a remar la canoa y a caminar todo el canal. Todo era chinampas. Antes comíamos los quelites fresquecitos, los quintoniles, los chilacayotitos chiquitos y tiernitos, todo eso sembrábamos. Y de eso vivimos porque no sabíamos lo que era comprar comida, todo lo teníamos. No había casas, había una que otra, y hoy estamos llenos.

Mi papá cumplió el mes pasado 100 años y todavía manda a mi hermano a que vaya a sembrar que la calabaza, que el frijol. Él quisiera lo mismo de sus tiempos. Todo eso fue muy bonito. Mis hijos, cinco, ya no se dedican al campo. Tienen su trabajito, algunos son maestros de escuela, ganan poquito pero como quiera que tienen su quincena. Y mi esposo y yo, trabajando en el campo, tenemos que buscarle a fuerza para comer. Yo vendo aquí en el mercado (de plantas). A veces he lavado y planchado ajeno para completar para comer.

Miguel Cabello Robles, 64 años de edad

Al principio las chinampas se alzaron a base de pasto y lodo. Así se fueron levantando. Se les llama chinampas porque son pedazos de tierra, rodeados de agua y alrededor los ahuejotes, y todas las orillas estaban llenas de alcatraz, la flor nativa de aquí; todo era blanco. Con el “soquimacla” –una especie de bolsa de manta con un palo largo– sacábamos lodo del agua en canoa, y hacíamos el almácigo sobre las chinampas, de allí entonces cortábamos, se enchapinaba o se ensemillaba y después en los puros cuadros de lodo transportábamos la planta. Y había mucho pescado, agua, mucha abundancia.

Últimamente las personas se han dedicado al cultivo de plantas, y es puro invernadero. Antes era todo campo a cielo abierto. En el manantial que había en el bosque de San Juan Acuexcomac, me tocó nadar todavía. El agua de allí corría hacia abajo, hacia las chinampas. Todo eso se acabó.

Además de verduras, antes sembrábamos el maíz, echábamos almácigos también en el banquito del lodo. Las cosechas las sacábamos en canoas, en costales. Los peones ganaban siete pesos al día, en ese tiempo rendía mucho el dinero, porque comía uno todo lo que quería.

Había mucho pescado, en las chinampas había muchas verduras, acelga, epazote, espinaca, cilantro, coliflor, pepino, chilacayote, todo eso lo sacábamos por agua a Tlamelaca, que era el embarcadero del pueblo. Toda la producción, al principio se iba por agua, a la Merced o a Jamaica, después se empezó a trasladar por carro.

En una sola ocasión acompañé a mi papá en canoa a Jamaica –ya en las fechas últimas en que hubo ese recorrido–. Nos llevamos toda la mercancía, la verdura, en la canoa, por toda La Viga. Todo ese era el canal nacional, salía desde aquí y desde (el pueblo de) Xochimilco. Había una y griega que unía al mismo canal y llegaba a Jamaica. El canal pasaba por San Lorenzo, Chimalhuacán y más arriba. Todo eso eran puros pueblos. Un pueblo a otro se dividían a base de puras milpas. Puro maíz y había mucho establo y había mucho ganado.

Ahora todo es muy diferente. Sigue habiendo chinampas, pero ya no es lo mismo en la forma de trabajar. Ahora en las chinampas hay puras plantas, pues la agricultura ya no deja dinero. Por ejemplo el maíz se siembra y ya no nace, o crece nada más y se agila, ya no llena el elote y antes no porque se daba mucho el maíz, crecían las milpas, unas mazorcas grandes, bonitas. Hasta la verdura, si no se abona con químicos, ya no se da. Y antes sembrábamos con abono pero puro orgánico, estiércol de ganado o el chilacastle que se da en el agua, luego barbechábamos y se sembraba la planta, la verdura, lo que fuera.

También ha cambiado la gente. En las generaciones de antes, hasta donde me tocó a mi, si uno era hombre, los papás querían que uno creciera para trabajar el campo, si era mujer, se dedicaba al hogar. Ahora hay más trabajo, más gasto, más todo. Antes rendía mucho el dinero porque todo era barato. Con diez pesos uno hacía uno fortunas. Las generaciones de ahora ya no quieren trabajar el campo. Los papás por muy pobres que sean, quieren que los hijos estudien, que salgan adelante. Ya no quieren que trabajen el campo.

Yo produzco cempazúchil, moneda, todas las hierbas medicinales (albahaca, ruda, romero, ajenjo, hierbabuena, menta) y un poco de flores y plantas, por ejemplo begoñas, mantos y millonarias. Ahorita apenas va saliendo para comer. A mí me gustaría que siguiera todo esto es muy bonito. Como mexicanos deberíamos defender este modo de vida.