La senadora Blanca Judith Díaz Delgado dijo ayer que respeta la decisión del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) que ratificó el registro de Roberto Gil como candidato a la presidencia del PAN, pero no la comparte, pues destacó que es indispensable que quien encabece el partido tenga por lo menos el mismo tiempo de militancia exigido para cargos municipales o estatales, que es de tres años.

Promotora de la impugnación a la candidatura Gil por no tener tres años como panista, consideró que no se puede dejar abierta la puerta a quien quiera dirigir el partido sin importar su trayectoria o conocimiento de la institución, por el hecho de existir un vacío estatutario.

En las normas internas del PAN no se especifica el tiempo de militancia que debe tener el jefe nacional del partido, pero la legisladora resaltó que por analogía tendría que cumplir los requerimientos para ser consejero estatal o nacional, que son de tres y cinco años de militancia activa.

De gira por Aguascalientes, la también candidata a la presidencia del blanquiazul anunció que impulsará la modificación de los estatutos, para fortalecer las reglas internas de Acción Nacional y dar certeza a todos y cada uno de los militantes. Hasta hoy resultaba evidente que quien dirigiera el partido tenía que contar con experiencia, pero se ha demostrado que no es suficiente.

Por su lado, Juan José Rodríguez Pratts calificó como dolorosa la decisión del tribunal, porque dicha instancia se muestra miedosa al no salirse de lo que dice la ley. Así no se puede hacer buena justicia, puntualizó.

Añadió que si se leen en conjunto los estatutos del PAN, se puede ver que sí hay requisitos para ser dirigente del partido, pero el tribunal considera que no los hay, lo que significa que cualquier ciudadano puede ser presidente del blanquiazul recabando 10 firmas de consejeros.

Sostuvo que la candidatura de Gil es inviable en lo moral, en lo histórico, en la trayectoria y en la tradición del panismo. En la historia del PAN, quien ha llegado a la presidencia, salvo los dos últimos, lo hizo por un esfuerzo, escalando a pulso, haciendo talacha.