(Revolución)
Aprestos de guerra
Providencial de Onésimo
Otra vez Yeidckol
l gobierno del gran caldero hirviente sigue preparándose para festejar la Revolución: ayer, el administrador de esa masa nacional de fuego propuso al Congreso que se autorice al secretario de la Defensa Nacional a practicar una suerte de leva profesional interna, facultándolo para que en situaciones de emergencia –como las que constituyen lo cotidiano en este México felipesco– pueda reclasificar al personal denominado de servicio
–por ejemplo, médicos, ingenieros, administradores– y considerarlo de arma
. Es decir, la habilitación de efectivos de campo dentro del propio aparato administrativo del Ejército, en una búsqueda rápida de cuadros de mando para continuar con la guerra
contra el narcotráfico. Y, en la misma línea de los preparativos para lo que venga, el vicepresidente del caldero, Genaro García Luna –muy mentado por estos días en viajeros ámbitos franceses– detalla su programa de gobiern..., perdón, de trabajo en materia de la nueva policía modelo y explica que habrá más tareas de inteligencia
y que ciertas unidades de operación serán formadas y capacitadas en cuarteles militares por instructores verde olivo. Y el propio comandante FC insiste en presionar públicamente al Congreso para que apruebe el libreto del mando único de policías estatales, que es una forma de ir preparando la instauración de la gran jefatura nacional de las fuerzas armadas policiales: los municipales, a un timón único en cada entidad; más delante, cuando las cosas sigan descomponiéndose, las entidades a un gran control apellidado García Luna. ¡El narco sigue, la guerra
vive!
Los preparativos para la Revolución –bueno, este tecleador equívoco debía decir para los festejos del centenario de la Revolución
– transcurren plácidamente. Nada importante se ha programado para que a nadie se le ocurra nada importante. La insoportable levedad del Veinte de Noviembre incluye un desfile militar en el Zócalo capitalino como para demostrar que el poder de las armas oficiales apabulla sin escondrijos las pretensiones de asumir la fecha en términos de festejo popular, movilización general o algún indecente ¡Viva Villa, cabrones! Cien años después, los pelones, los federales, los defensores de la institucionalidad cuestionada. Dislate sin justificación sería el comparar sólo por eso a Felipe con Porfirio: no ha hecho el michoacano nada de lo que el oaxaqueño hizo, ni siquiera tomar oportunamente su Ipiranga.
Tampoco hay en el México de hoy una irritación nacional galopante, como tampoco la había el mismo Veinte de Noviembre fundacional al que faltarían meses para que se convirtiera en algo parecido a un verdadero movimiento revolucionario. En crisis múltiple, la nación mexicana vive anestesiada por el poder televisivo, amenazada por la violencia bajo programa, constreñida a lo inmediato de la sobrevivencia, dividida intencionalmente, cívicamente doblegada, uncida a las Iniciativas México y a las telenovelas auténticas y las políticas. Si acaso, el acento insurreccional estaría relacionado con el narcotráfico, según las interpretaciones gringas que han hablado de narcoinsurgencia
, tratando de dar sentido político al hecho de que en las filas del negocio de las drogas crece un ánimo de desestabilización y confrontación del modelo gobernante, del sistema vigente, y no sólo de choque armado con policías y soldados.
En ese pasmo generalizado asoman de pronto episodios que desatan especulaciones varias. Por ejemplo, lo que en un principio se difundió como un infarto del obispo de Ecatepec, Onésimo Cepeda, sucedido a unas horas de que debiera realizar trámites jurídicos de defensa ante las acusaciones de fraude y lavado de dinero que le han hecho o de que, si se resistiera a las leyes terrenas, debiera ser apresado por agentes policiales. El enriquecido jefe religioso parecería haber sido tocado por un golpe providencial que lo colocaba fuera del alcance del brazo judicial, como sucede con frecuencia con clientes adinerados de litigantes tramposos que fingen males de salud de sus defendidos para que en suites hospitalarias de lujo puedan atender el curso de procesos que los carentes de poder viven desde celdas hacinadas y llenas de peligro. A la hora de cerrar esta columna se sabía que el obispo Cepeda se hallaba bien, estable y fuera de peligro, e incluso comenzaba a correr la versión de que no se había producido infarto alguno sino males cardiacos
que para efectos de elusión de eventuales encarcelamientos sirven igual.
Pareciera carecer de peligro real para Enrique Peña Nieto el desenlace que ayer se anunció del proceso de búsqueda de candidato del lopezobradorismo para el estado de México, según dieron a conocer Horacio Duarte, quien ha acompañado de manera destacada y cercana al tabasqueño en su Gira de la Lealtad, y los dirigentes partidistas Ricardo Cantú (PT) y Luis Walton (Convergencia). La seleccionada ha sido la senadora Yeidckol Polevnsky, quien fue candidata al mismo puesto frente al panista Rubén Mendoza Ayala y al priísta que ahora busca la postulación a Los Pinos. Presente estuvo, sin duda, en el resultado final, la maquinaria de complicidades encabezada por Arturo Montiel, pero Polevnsky no tuvo, sin embargo, un rango de diferencia numérica que hiciera pensar en fraude electoral. En todo caso, el empuje puesto marcadamente por AMLO en aquella campaña electoral ayudó a que el PRD mantuviera un nivel parecido al de un PAN desfondado (a Mendoza Ayala le estallaron diversos escándalos). Ahora, en circunstancias menos favorables para AMLO que en aquellas épocas promisorias, con el antecedente de la derrota ante el mismo que ahora manejará un aparato electoral aún más fuerte y feroz, y con el fantasma de la alianza PRD-PAN, la suerte comicial de la exdirigente de cámaras empresariales podría dañar en lugar de ayudar a la de quien, así, pareciera tener la mira puesta más en el crecimiento de su candidatura al 2012 que en un eventual triunfo en el Edomex donde, por razones aún no bien explicadas, la gran ausencia será la de Alejandro Encinas. ¡Feliz fin de semana!
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