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Ver día anteriorJueves 11 de noviembre de 2010Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Ciudad Perdida

La IP se queja de lo que prohíja

Sobre los ninis, más que un desliz de Mendicuti

M

ás que un desliz, o una estupidez como cualquier otra a las que nos tienen acostumbrados los dueños de los dineros en el país, las declaraciones del presidente de la Cámara de Comercio de la Ciudad de México, Arturo Mendicuti, muestran, sin duda, el terrible grado de incomprensión de la iniciativa privada hacia un problema tan grave como la marginación de los jóvenes en esta sociedad de mercado, y por tanto de la muy lejana resolución a esto que ahora se manifiesta con alarmantes grados de violencia, resultado del diseño excluyente de una política en la que la vida de cualquier ser humano, de los jóvenes en particular, se mide en pesos y centavos.

Mendicuti asegura que los jóvenes ni quieren estudiar, ni quieren trabajar, ni nada, como si el mundo del mercado les ofreciera todas las opciones necesarias para desarrollarse en ámbitos alejados del crimen. Expresa, también, que esa voluntad de abandono por parte del segmento de la población a la que se le ha llamado ninis tiene que ver con el desencanto y la desesperación y ya no se esfuerzan por encontrar caminos dentro de la sociedad.

Así de fácil culpa a los menores de 35 años. Lo que no dice, porque siempre resulta tramposo el discurso de estos señores, es el tamaño de la responsabilidad de quienes tienen la obligación de generar las oportunidades. Mendicuti parece decir, con aquello de ya no se esfuerzan, que los jóvenes no quieren someterse a los regímenes de explotación a los que los quiere someter el mercado.

A esos mismos jóvenes se les enseñó desde las pantallas de la televisión, principalmente, que el único valor importante en la vida es el dinero, y ahora los beneficiarios del capitalismo voraz se quejan de que la muchachada prefiera los mil pesos que les ofrece la delincuencia por un momento de ilegalidad que esa misma cantidad devengada durante 30 días de trabajo, durante ocho horas diarias.

Eso, en el mejor de los casos, porque a decir verdad la pretensión de los dueños del dinero es, a fin de cuentas, aumentar las horas de trabajo, reducir los salarios y suprimir las prestaciones sociales que marca la ley. Si el que pretende emplearse no acepta esas condiciones, simple, no hay empleo. De esa forma parecería que el lema del presidente de los comerciantes del DF es: primero los veremos muertos antes que darles empleos justos.

Por ello lo inexplicable es: ¿dónde está el esfuerzo de la iniciativa privada para crear los empleos que requiere no nada más la población juvenil de la ciudad? El mercado está lleno de productos que provienen del extranjero porque ya no se producen en el país y porque les dejan mayores utilidades a los comerciantes. Seguramente el desencanto, la desesperación, y desde luego la ambición han logrado que los inversionistas, privados de iniciativa, prefieran a los jóvenes en manos del crimen organizado antes que sacrificar ganancias.

El Gobierno del DF que encabeza Marcelo Ebrard condonó, hasta donde se sabe, más de 400 millones de pesos en lo que va del año a unas 300 empresas de diferentes ramos para la creación de nuevos empleos. Los beneficios fiscales que se les proporcionan significan el no pago de entre 80 y 100 por ciento de predial, conexión de agua y licencias de operación.

Por ahora, en la capital del país, según las cifras de la Secretaría del Trabajo de la ciudad, 320 mil personas en edad productiva no tienen empleo, lo que significa 7.4 por ciento, pero a esto habría que aumentar el millón 300 mil que se inscriben en el renglón del subempleo, es decir, que no cuentan con ninguna prestación y sus salarios no están regulados por la ley.

Y si se pretende ahondar en el problema, debemos decir que de los 150 mil nuevos empleos que se crearán en todo el año –a la fecha ya hay 120 mil–, 35 por ciento, más o menos, serán temporales, así que sólo es un remedio temporal.

Frente a esta realidad, el jefe de los comerciantes organizados de la ciudad debería preguntarse dónde se esconde el huevo de la serpiente, y tal vez de esa manera entender que sólo con políticas como la sustitución de importaciones se puede frenar el problema. Pero a eso no le van a entrar.

De pasadita

Vaya desde estas líneas un abrazo solidario al jefe de Gobierno, Marcelo Ebrard, por la pérdida de su hermano Fernando, así como a su familia.