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El Nobel de Literatura 2010 presenta en la capital española su novela más reciente

La muerte me encontrará con la pluma en la mano: Vargas Llosa

Cuando la ley del más fuerte retorna, brotan la barbarie y extremos de crueldad que llegan a ser peligrosos

El sueño del celta describe la monstruosidad británica para someter a África

Corresponsal
Periódico La Jornada
Jueves 4 de noviembre de 2010, p. 3

Madrid, 3 de noviembre. A mí me encontrará la muerte con la pluma en la mano, señaló el Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa.

El novelista peruano-español presentó en la Casa de América su nueva obra, El sueño del celta (Alfaguara), obra de ficción inspirada en la vida de Roger Casement, un irlandés de finales del siglo XIX que asistió con horror a los crímenes del colonialismo europeo en el Congo y en la amazonia.

Más allá del trajín que le ha generado que le hayan otorgado el galardón, incluida la redacción del discurso de recepción del Nobel en Estocolmo, el 10 de diciembre, el novelista apuntó: El centro de mi vida es mi trabajo. Flaubert dijo que escribir es una manera de vivir. Y esa frase para mí es absolutamente exacta. Mi manera de vivir es escribir. Nunca dejo de escribir y no hay ningún mérito en esto, porque para mí es un gran placer. Es el placer supremo. Escribir y vivir, que son como el anverso y el reverso de una misma moneda.

Con una intención literaria más allá de ganar un Nobel o cualquier premio, dijo: “Mis aspiraciones literarias han sido más ambiciosas desde que empecé a escribir; quería hacer buenas novelas, buenos libros... Mi sueño secreto –y creo que el de todo escritor– es que algún día mis libros se leyeran como he leído yo los libros que me han cambiado la vida, que me han conmovido, que me han deslumbrado, que me han enriquecido como ser humano, como escritor. Ese ha sido mi sueño. Un sueño que nunca sabré si se hará realidad, porque esas cosas se saben cuando uno ya ha desaparecido desde hace tiempo.

Desencanto de un irlandés

Vargas Llosa reconoció que nunca se ha enfrentado al blanco de la hoja sin una idea en la cabeza. Sé que les ha ocurrido a muchos escritores. A mí, no. Tengo la sensación de que nunca voy a tener el tiempo suficiente de hacer todas las cosas que quisiera. A mí me encontrará la muerte con la pluma en la mano, afirmó.

En relación con su nueva novela, explicó que intenta desentrañar una de las enseñanzas de lo que significó la vida de Roger Casement, de la obra que realizó, es que cuando desaparece toda forma de legalidad y se restablece la ley de la supervivencia de los más fuertes, inmediatamente brota la barbarie, el salvajismo y extremos de crueldad que llegan a ser peligrosos.

La novela no sigue fielmente la biografía del personaje, pero sí arranca de una realidad histórica. Casement, como muchos jóvenes irlandeses de su generación, creció deslumbrado por los exploradores ingleses, que eran los iconos de su tiempo. Eran figuras audaces, heroicas, que habían descubierto para Europa regiones hasta entonces desconocidas.

Y ese muchacho se fue al África con 20 años, convencido de que Europa llevaba allá la civilización, la modernidad, la verdadera religión, el comercio como instrumento de modernización, a esas tribus que vivían en la edad de piedra. Y lo que se encontró en ese continente estaba en contradicción absoluta con lo que él se había imaginado. Era el imperialismo, el colonialismo, y lo que vio lo obligó a revisar todo aquello en lo que hasta entonces había creído con fe patriótica, ciega, y se convirtió en uno de los primeros europeos en comprender a cabalidad lo que el colonialismo significaba como fuerza destructora de todo lo que tocaba: culturas pequeñas, primitivas, sin defensa prácticamente contra esa fuerza enorme que representaba la Europa de su tiempo, explicó Vargas Llosa.

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Mario Vargas Llosa en Madrid, ayer, durante la presentación de su nuevo libro El sueño del celtaFoto Ap

El sueño del celta describe cómo la Europa de la legalidad, de la libertad, de la civilidad y de las buenas maneras se convertía en un ámbito sin ley. En un mundo donde lo que organizaba la vida era la codicia, el afán de lucro y las monstruosas crueldades. En el contexto de absoluta impunidad en el que vivieron los fue convirtiendo, literalmente, en monstruos. En seres de una crueldad implacable para con los indígenas, señaló el escritor.

Vargas Llosa glosó uno de los pasajes que más le interesaron de este ciudadano irlandés que murió ejecutado en su país natal, acusado de conspiración y de haber sido uno de los fundadores del Ejército Republicano Irlandés (ERI). Poco tiempo después de estar en el Congo, Robert Casement fue a la amazonia porque también vivía un apogeo de la industria del caucho. Y se encontró en la región del Putumayo, donde había varias compañías caucheras, casi todas registradas en la bolsa de Londres, con los mismos horrores, las mismas torturas, los mismos crímenes indescriptibles para con los pueblos indígenas. Los informes que ha dejado son quizá las acusaciones más contundentes, por el rigor y la seriedad, sobre los estragos del colonialismo. La increíble destrucción que sembró. Una destrucción que ha dejado secuelas, en la que las víctimas y los descendientes de las víctimas nunca han podido recuperarse.

La democracia en EU, sin riesgo

En relación con las elecciones de Estados Unidos de ayer, Vargas Llosa consideró que no hay peligro de inestabilidad ni de quiebra de la democracia, además de insistir que los resultados no han sido tan dramáticos.

Agregó: “Lo único que se puede decir de esto es que Obama va a tener más dificultades para mantener su programa de reformas. Pero no creo que la democracia esté en peligro, además, se abre un debate muy interesante, que no siempre se entiende bien en el exterior. Y tiene que ver en si las políticas sociales tienen que pasar necesariamente por el Estado o deben ser responsabilidad de la sociedad civil.

En Estados Unidos hay una tradición muy arraigada de desconfianza hacia el Estado y ese temor se ha visto magnificado por medidas como la reforma sanitaria del presidente Obama, con un aspecto social muy generoso.

La nueva novela de Vargas Llosa es traducida a numerosas lenguas, incluido el sueco, país en el que todavía no se conoce su obra. La tirada incial es de 500 mil ejemplares, de los cuales la mitad se distribuirán en España y el resto en América Latina.