Martes 2 de noviembre de 2010, p. 30
Morelia, Mich. 1º de noviembre. La celebración del Día de Muertos en Michoacán es un escaparate de concepciones de la vida y la muerte materializadas en el ámbito cotidiano.
En la región lacustre, los purépechas tienen diversas formas de honrar a los muertos, aunque la velación es el rasgo común.
En la tradición conocida como reunión y ofrenda participan jóvenes purépechas que durante la noche del primero de noviembre recorren patios y techos de las casas, de donse se llevan fruta, maíz, flores y otros productos.
Lo recolectado se reúne en la casa comunal o en el atrio de la iglesia para elaborar una ofrenda para los difuntos que ya no tienen quien los recuerde.
En Cuanajo, la ofrenda se relaciona con la principal actividad económica, la elaboración de muebles de madera. El finado recibe en su ofrenda caballitos de madera cargados de fruta, dulces, refrescos y otros alimentos.
Los padrinos de bautismo están obligados a llevar los caballos más grandes. Los deudos obsequian tamales y atole a todos los visitantes, familiares, conocidos o turistas.
En Santa Fe de la Laguna, en la ribera del Lago de Pátzcuaro, las mujeres salen a las calles con canastas en las que llevan pan, flores o veladoras que reparten en cada una de las casas donde se vela a un muerto del año
. Los anfitriones les ofrecen a cambio pozole, tamales, atole o pan.