Es el arma del cuerpo para limpiar
Martes 2 de noviembre de 2010, p. 3
Sidney, 1º de noviembre. Un equipo de científicos australianos y británicos descubrió una proteína que destruye las células enfermas, hallazgo importante en la lucha contra el cáncer, la malaria y la diabetes, indicaron los investigadores este lunes.
La proteína, llamada perforina, ataca las células anormales y hace un agujero en su membrana para dejar pasar las enzimas asesinas
, declaró James Whisstock, jefe del proyecto. Agregó que este descubrimiento responde “a un misterio fundamental de la inmunidad.
La perforina es el arma de nuestro cuerpo para limpiar
, subrayó Whisstock, de la Universidad Monash, en Melbourne.
Se introduce en las células que resultaron contaminadas por un virus o fueron transformadas en células cancerígenas, y permite a la enzima meterse en la célula para limpiarla. Sin ella nuestro sistema inmunológico no puede limpiar esas células
, agregó.
Microscopios ultrapoderosos instalados en Australia y en el Colegio Birkbeck, de Londres, permitieron a los científicos estudiar la estructura y la función de la perforina, lo que les hizo posible una molécula poderosa
que apunta a las células malignas o infectadas, indicó el investigador.
Sin la perforina –extendida por células asesinas dedicadas a la destrucción de invasores tóxicos–, el cuerpo no puede combatir las infecciones.
Estudios hechos sobre ratones demostraron un vínculo entre una perforina deficiente y la leucemia o un crecimiento acelerado de las células malignas.
Este descubrimiento tiene implicaciones para las enfermedades autoinmunes, como la diabetes juvenil tipo 1, y para los pacientes trasplantados, ya que esta proteína está igualmente relacionada con la eliminación de células sanas y el rechazo de tejidos orgánicos, según Whisstock.
Ahora que sabemos cómo funciona, podemos comenzar a trabajar para utilizarlo para combatir el cáncer, la malaria y la diabetes
, agregó.
Según Joe Trapani, quien forma parte del equipo de investigadores, el estudio, que llevó 10 años, descubrió que la estructura de la perforina era similar a la de las toxinas bacterianas, como la listeria o el bacilo del ántrax, lo que permite pensar que el cuerpo aprendió tácticas de defensa a partir de enfermedades.