Jueves 28 de octubre de 2010, p. 29
Washington. La Suprema Corte de Estados Unidos aprobó a última hora del pasado martes la ejecución de Jeffrey Landrigan, de 48 años, condenado a muerte por asesinato en 1990, en Arizona, tras decidir que en la inyección letal puede usarse una droga producida en el exterior. La corte decidió por cinco votos contra cuatro que un tribunal más bajo se equivocó al impedir la ejecución después de que el estado se negara a revelar dónde consiguió la droga, cuya seguridad era cuestionada. Una escasez del anestésico tiopental sódico utilizado en la inyección letal ha complicado las ejecuciones en Estados Unidos; varios estados debieron aplazarlas, pero Arizona y California anunciaron que habían encontrado el anestésico por otras vías que se niegan a revelar.