Homenaje in memoriam al escritor mexicano y a Miguel Ángel Jusayú en la feria del Zócalo
la clandestinidad cultural, literaria y social, dice su viuda
Subrayan expertos la relevancia del poeta invidente indígena wayúu de Venezuela
Jueves 14 de octubre de 2010, p. 5
El escritor Carlos Montemayor y el poeta indígena wayúu de Venezuela, Miguel Ángel Jusayú, recibieron un homenaje in memoriam el pasado martes en el contexto de la décima Feria Internacional del Libro en el Zócalo de la Ciudad de México.
Susana de la Garza –viuda de Montemayor– recordó cómo fue que el activista social en defensa de las comunidades indígenas y grupos vulnerables tuvo sus primeros contactos con las lenguas originarias de México.
El primer contacto de Carlos con esas lenguas se dio en los años 80 y fue por invitación de Leonel Durán, en esa época director de Culturas Populares, quien propuso reunir a un escritor con formación académica, con autores en lenguas originarias. La idea era ver qué se podía obtener y de qué manera se complementaba la experiencia de uno y la de los otros.
De la Garza recordó que en ese tiempo los planes de Carlos eran diferentes, se resistía, ya que su interés era vivir en Europa. El (viejo) continente lo atraía por sus estudios clásicos
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Sin embargo, aceptó y viajó a Oaxaca. “La primera sesión de trabajo fue ríspida, Montemayor se enfrentó a escritores renuentes, pues con justa razón argumentaban que llegaban muchos (académicos) a estudiar sobre ellos, les prometían ayuda y finalmente los trabajos que se publicaban eran de los consentidos del gobierno y los escritos de ellos se quedaban archivados en las oficinas de México.
“Carlos les aclaró –narró De la Garza– que no trabajaba para el gobierno, que deseaba comprender el valor de la poesía y los relatos en las comunidades indígenas.
“Se propuso conocer sus ideas y opiniones sobre sus cantos o los cuentos de las personas que los conocen o hacen. Tenía interés en saber cómo los aprendieron y qué utilidad tenía para ellos y les planteó un intercambio: ellos lo conducirían e introducirían con sus trabajos a ese mundo, en esos momentos desconocido para Carlos, y él los apoyaría en lo que escribían.
Finalmente estaban en condiciones similares. Ellos trabajaban de un idioma a otro y Carlos traducía de un idioma a otros.
A partir de ese momento, detalló De la Garza, “Carlos se deslumbra con las distintas lenguas, sus sonidos, armonía, dulzura, construcción gramatical. Inicia talleres con diferentes etnias y escribe un pequeño pero hermoso libro, en el que relata y comparte sus experiencias, titulado Encuentros en Oaxaca (1995)”, del que se leyeron las páginas 67 y 139, en las que el escritor deja testimonio de sus reflexiones e inquietudes, antes y después de iniciar su contacto con las lenguas originarias de México.
Para concluir, apuntó su viuda, Montemayor “se definía como una persona con vocación para la clandestinidad cultural, literaria y social; lo decía debido a su interés por la cultura clásica.
A su vez el escritor Pedro Martínez Escamilla y el poeta venezolano José Ángel Fernández, conocedores de la obra de Miguel Ángel Jusayú, destacaron la relevancia de éste poeta invidente indígena wayúu, fallecido en junio de 2009.
Jusayú, expresó Escamilla, fue un vidente del ser interior del ser humano
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