Ciudad del Vaticano, 11 de octubre. Una cumbre mundial de obispos sobre el Medio Oriente comenzó hoy en el Vaticano con una proclama abierta contra el extremismo islámico y una condena a la violencia religiosa que afecta la estabilidad en esa región del mundo.

En la primera sesión de la asamblea especial del Sínodo de Obispos, que reúne en Roma a 185 padres sinodales representantes de varios países, se procedió a la lectura de la relación anterior a la discusión, documento que guiará los trabajos.

El texto, leído por el relator general del encuentro, Antonios Naguib, patriarca de Alejandría de los Coptos en Egipto, estableció que desde Medio Oriente se sufre la expansión del Islam político, que abarca distintas corrientes religiosas. “Ello afecta la situación de los cristianos, sobre todo en el mundo árabe. Éste desea imponer un modo de vida islámico a todos los ciudadanos, a veces con la violencia. Constituye una amenaza para todos y juntos debemos afrontar estas corrientes extremistas (...) Condenamos la violencia de cualquier procedencia –agregó– y reclamamos una solución justa y duradera del conflicto israelí-palestino, expresamos nuestra solidaridad para con el pueblo palestino, cuya situación actual favorece el fundamentalismo”.

Según el documento, el Islam no es una religión uniforme, ya que presenta diversidad confesional, cultural e ideológica, lo que provoca dificultades en las relaciones entre cristianos y musulmanes. La falta de división entre Iglesia y religión es la fuente del malestar de los cristianos, quienes se sienten no ciudadanos, aunque estén en sus países desde mucho antes que el Islam.