Voy a morir soñando que yo no debería morir
a entrevista con Luiz Inacio Lula da Silva, presidente del Brasil, que Carmen Lira nos presentó el domingo 3 de octubre pasado, está llena de frases que muestran la gran capacidad de síntesis que el mandatario brasileño tiene para expresar, además de la muy especial sensibilidad de quien ha sabido conciliar la fuerza que un jefe de Estado debe asumir como condición sine qua non para gobernar un país, como es también requisito absolutamente indispensable en los líderes de la talla de Lula da Silva, y no pueden dejar de demostrar como fundamento ideológico de las raíces en las que supo afirmarse el presidente brasileño, demostrando en el periodo de su gobierno, en ese grande y desconcertante por desconocido país en realidad por todos quienes hemos estado unos cuantos días en su maravillosa capital, Brasilia, y el gran centro turístico universal de ese gigantesco territorio, o mais grande do mundo, dicen los brasileños, sobre todo aquellos que participan en la planta industrial tan importante, como es la que se ha fundado y desarrollado en Sao Paulo.
No hemos podido evitar esta retahíla de calificativos superlativos al intentar transmitir la muy grata impresión que tan extensamente, en cinco páginas de La Jornada, la entrevista muestra frases tan rotundas y de mucha oportunidad que Lula da Silva regaló a Carmen Lira. La charla se inicia con dos afirmaciones dichas con la autoridad moral y el acierto político del presidente de Brasil, quien supo eliminar el estancamiento amenazante que se había producido en el inico de su gestión, logrando la difícil conciliación de dos papeles o roles que otros jefes de Estado no pudieron lograr en sus propios países, y llevaron incluso a casos extremos. Por ejemplo, en Chile durante el gobierno del presidente Salvador Allende, durante los mil días de su régimen, que se inició con propósitos muy destacados que aspiraron a establecerse en ese país, tan bello y hospitalario.
El socialismo por la vía electoral fue una práctica nada menos que durante esa crisis política, ecónomica y social, la cual ensombeció a Chile, del que el propio presidente Allende dijo en la Asamblea General de la ONU en Nueva York, para iniciar su discurso: Vengo de un lejano país que se extiende y lucha por desarrollarse y progresar, entre la cordillera y el mar
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En efecto, ese país compite con Argentina, al otro lado de la cordillera de los Andes, con hermosas playas, como Bariloche, puerto que en el invierno presenta muchos atractivos para los esquiadores profesionales, en sus montañas, así como numerosos emplazamientos al turista que busca pasar su tiempo de descanso en otras latitudes del mundo donde le sea posible disfrutar mejores climas.
Lula da Silva dijo en la magnífica entrevista: Soy un hombre de izquierda de convicciones, y de principios. [...] El pueblo brasileño quiere hablar por su boca, ver por sus ojos y tomar decisiones con su conciencia, no creo que el Estado deba tener un medio oficial para transmitir. [...] Lo que el Estado necesita priorizar es, primero, la pluralidad de las informaciones y, al mismo tiempo, la seriedad de las mismas
. (La Jornada, 3/10/10).
En estas frases el presidente Lula da Silva señala cuál es y ha sido invariablemente su posición en tan debatido conflicto en todos los órdenes políticos y sociales de cualquier pueblo de América Latina, que se debaten entre la antítesis que existe, y que no ha podido resolverse por lo menos desde Juan Jacobo Rousseau hasta nuestros días.
En otras partes del mundo, incluso en Estados Unidos, donde los márgenes que se presentan entre sí los extremos de esta aparente contradicción política ideológica que tanto preocupa a los ciudadanos de ese poderoso país, el que ha intentado resolver a cualquier costo llegando hasta el derrocamiento de algunos gobiernos patrocinados por ellos mismos, para dar una falsa solución y señalar el camino que ellos consideran necesario: la única postura posible que inexorablemente admiten como compatible con los intereses de Estados Unidos.
Me parece que fue Foster Dulles quien afirmó en su tiempo de secretario general del gobierno estadunidense que su país no tiene amigos, sino solamente intereses como rectores de su política exterior.
Lula, en la entrevista, expresa, pues, con precisión política y belleza literaria, que contrasta con la posición que a rajatabla nos deja saber que la frase de Foster Dulles no admite más variable determinante en la línea de la conducta política propia, así como en la de relaciones exteriores, en todo el mundo.
Quizás en un anális a fondo de Lula da Silva en ese enorme país que es Brasil, cuyas características actuales fueron el leitmotiv de su gobierno, llevando los propósitos a cabo, y luego continuadas muy respetuosamente por Lula. El presidente, quien ahora acompaña a Dilma Rousseff, uno de estos propósitos logrados y convertidos ya en la historia del Brasil, son ejemplo en la entrevista inicial citada: “asegura que se puede gobernar sin reunirse con dueños de medios de comunicación.
Entiendo y respeto el rol de ellos los medios de comunicación. Espero que ellos entiendan y respeten el mío
, y luego después expresa que la democracia, para mí, es permitir el derecho a la conquista, y no sólo permitir el derecho a la protesta.
Sintetizando todo lo dicho durante la extensa entrevista: Sueño con contribuir al desarrollo de África, sueño con ayudar a América del Sur y América Latina a ser más fuertes, a ser más ricas y a desarrollarse más rápidamente, o sea, voy a morir soñando que yo no debería morir. Es así
.