Consultor incómodo
a organización PEW publicó una encuesta de opinión sobre el ánimo de los electores latinos. No era difícil adivinar que muchos se sienten frustrados con el gobierno demócrata –Ejecutivo y Congreso– porque no ha concretado la promesa de una profunda reforma migratoria que haga justicia a los cerca de 12 millones de indocumentados que viven y trabajan en el país, permitiéndoles regularizar su situación migratoria y salir de las sombras. El asunto viene de lejos y no es la primera expresión de desánimo de quienes han pugnado por dicha legislación.
De acuerdo con la encuesta, 65% de los latinos apoya aún a los demócratas. El problema es que la mitad de los que votaron por ellos hace dos años no están seguros de acudir a las urnas en 2010. Esa actitud dañará aún más las aspiraciones de quienes exigen una reforma migratoria.
Quienes han insistido en la reforma, incluso regularizar a los 12 millones de indocumentados, han sido los demócratas y quienes se han opuesto los republicanos. Estos últimos han puesto como condición para discutir la iniciativa que se selle la frontera sur. Aunque saben que eso es imposible.
Cualquier juicio en torno a los demócratas, particularmente al presidente Obama, con respecto a los latinos debe considerar lo que han hecho para el beneficio de quienes tienen menores ingresos, entre ellos unos 40 millones de mexicano-estadunidenses. Como: el plan de salud que integró a más de 30 millones que carecían de servicios médicos; el salvamento del sistema financiero, que evitó que varios millones de estadunidense de origen mexicano perdieran sus ahorros; la decisión más reciente de ordenar que los bancos suspendieran los desalojos contra las personas que no han podido cumplir con los pagos de sus casas, muchas de las cuales pertenecen al sector de ascendencia latina.
Explicar la dimensión de esos logros debe ser responsabilidad de aquellos que se han manifestado por salvaguardar los derechos humanos de la población de origen latino. No votar favorecerá el regreso de quienes más los han dañado. No se olviden las condiciones depredadoras de la Ley Arizona y la propuesta 187.
Por cierto, vale mencionar que la candidata republicana a senadora por California declaró su apoyo a la Ley Arizona. Entre los consultores que la apoyan está Dick Morris, que según el Washington Post sugirió ligar el nombre de López Obrador con el de Fidel Castro y Hugo Chávez, como estrategia para mermar la imagen del candidato del PRD a la Presidencia en 2006. Distorsionó así no sólo la imagen de López Obrador, sino el espíritu de la ley electoral mexicana. Saque usted sus propias conclusiones.