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Fracasa golpe en Ecuador
Acoso de insurrectos en el hospital
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Soldados irrumpen en un hospital de la policía en Quito, Ecuador, para rescatar al presidente Rafael Correa, quien estuvo 12 horas retenido por oficiales de la corporación mientras se le atendía por el gas lacrimógeno lanzado por cientos de uniformados furiosos por una ley que según ellos restringiría sus beneficiosFoto Ap
 
Periódico La Jornada
Viernes 1º de octubre de 2010, p. 3

Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la llegada de la primavera. Con esta referencia al poeta chileno Pablo Neruda, el presidente Rafael Correa advirtió ayer en una entrevista con la radio pública ecuatoriana del asedio del que era víctima en el hospital de la policía nacional.

“Perderé la vida –afirmó antes de citar a Neruda–, pero no retrocederé en mis principios”.

Dos locutores de la emisora lograron comunicarse con él vía telefónica, a pesar de que el mandatario estaba virtualmente secuestrado al mediodía en un nosocomio del sur de Quito, rodeado de policías y militares inconformes por la supresión de sus bonos de compensación.

Correa, quien fue operado en la rodilla derecha la semana pasada, logró colocarse una careta antigas y llegar al hospital auxiliado por algunos simpatizantes, en medio de continuas agresiones y sin las muletas que ha portado en los últimos días por prescripción médica.

Si algo me pasa es responsabilidad de ellos

Están tratando de entrar a mi habitación, por el techo y forzando puertas, avisó repentinamente Correa a sus entrevistadores. El mandatario, que recibía suero y un tratamiento en la rodilla, se refería a agentes policiales y sin esperar comentarios o preguntas de los locutores, agregó:

Si algo me pasa, la responsabilidad es de ellos. Yo sólo quiero decirles que mi amor a la patria es infinito y que donde esté siempre amaré a mi familia.

Correa había denunciado en la entrevista que los hechos eran una conspiración, además de una ingratitud y una traición a la patria.

Después vino la advertencia de que estaba bajo acoso constante de los policías en el hospital y la referencia al peligro que corría su vida. Me podrán matar, pero detrás de mí ventrán otros Correas, otros miles de Correas que defenderán esta revolución ciudadana.