Miércoles 29 de septiembre de 2010, p. 30
Madrid, 28 de septiembre. La dureza de la crisis económica, el aumento descontrolado del desempleo y la aprobación de una serie de ajustes, sobre todo los que afectan el ámbito laboral, orillaron a los sindicatos españoles a convocar una huelga general que pretende paralizar hoy el país. Es el séptimo paro nacional en la historia democrática de España y el primero que vivirá desde el gobierno el Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero, que pasa por sus peores momentos como mandatario, criticado con dureza tanto desde el movimiento obrero y sindical como desde el empresariado y la oposición política.
España es uno de los países europeos más afectados por la crisis. El desempleo pasó en dos años de 2 millones y medio a casi 4 millones de personas, lo que abarca más de 22 por ciento de la población activa. El sector de la construcción, que era uno de los principales pilares del crecimiento económico y del modelo de desarrollo, se contrajo hasta límites insostenibles al bajar más de 70 por ciento.
Las principales agencias calificadoras y los inversionistas situaron a España en la terna de países europeos con más riesgos de quebrar, al comparar su situación con Grecia y Portugal.
Quiebre del diálogo social
El desempleo se ubicó en el nivel más alto de la historia y con ello se empezó a resquebrajar el diálogo social, que en los últimos seis años de gobierno socialista se había mantenido con ciertas tensiones pero al final había concluido en un consenso básico entre empresarios, sindicatos y gobierno.
La dureza de la crisis y las exigencias maximalistas de los empresarios tensaron más la cuerda y en el último intento de alcanzar un acuerdo para la reforma laboral tanto las agrupaciones empresariales como los dos principales sindicatos –Comisiones Obreras (CCOO) y la Unión General de Trabajadores (UGT)– se levantaron de la mesa de diálogo. El resultado fue una reforma laboral aprobada por decreto por el gobierno, que suscitó críticas tanto del sector empresarial –menos– como de los sindicatos –muchas más, al ver en el espíritu del texto una claudicación ante las exigencias del mercado.
Las fuerzas obreras y sindicales cuestionan el viraje de Rodríguez Zapatero en su lucha contra la crisis, pues con el agudizamiento del desempleo y de la situación económica el gobierno aprobó un drástico plan de austeridad, en el que se recogieron las recomendaciones de las agencias calificadoras y de los organismos financieros internacionales.