18 de septiembre de 2010     Número 36

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER

Suplemento Informativo de La Jornada

Entrevista con Fernanda Rivero

El cine en el campo y el campo en el cine


FOTO: Lourdes Edith Rudiño

Enrique Pérez y Lourdes Rudiño

El campo en general, los valores humanos y el agua y la cosecha han sido hasta hoy los temas abordados por el Festival Internacional de Cine en el Campo (FICC), que este 2010 celebró su tercera edición, y que para la cuarta, a exhibirse en el segundo trimestre de 2011, contará con cortometrajes y documentales con un tema que aún está a elección y que podría ser el medio ambiente o la esperanza.

Fernanda Rivero, directora del FICC, charló con este medio y explicó que las convocatorias de las tres ediciones han sido muy exitosas: los organizadores han recibido en total entre 500 y 600 filmes, si bien sólo se exhiben once en cada edición. Esto muestra que “la gente que hace cine se empezó a dar cuenta de los mundos mágicos de la comunidades rurales; que hay infinidad de temas en estos lugares, al tiempo que se agotan las típicas historias de las ciudades”.

El festival –que entre sus patrocinadores ha contado con el Instituto Mexicano de Cinematografía, la Secretaría de Agricultura (Sagarpa), Fideicomisos Instituidos en Relación con la Agricultura (FIRA) y Velsimex– nació a partir de una experiencia que en 2007 tuvo Fernanda en Toluca de Guadalupe, una comunidad de Tlaxcala, donde realizó un documental. “Al terminar se me ocurrió proyectárselo a la población en una sábana en la pared, y fue muy impresionante, porque ellos se identificaban, se veían a sí mismos. Cuando vi las reacciones, dije ‘este es un proyecto que se tiene que hacer no sólo aquí sino en todas las comunidades que jamás han visto cine’”.

Así, al iniciar 2008 el FICC lanzó su primera convocatoria a cineastas y luego exhibió los cortos seleccionados en 120 comunidades. El tema fue el campo en general, pero hubo cintas que, por su crudeza, generaron una reacción de choque en la gente, como fue Ni maíz (de Oliver Menéses), que habla de la transición de la producción agrícola –que no genera suficientes ganancias– a la de narcóticos, con un personaje que cuestiona a su padre porque quiere seguir sembrando maíz. “Este corto fue el favorito en comunidades de Yucatán, pero en estados como Veracruz, Guerrero o Chiapas, la gente se paraba y se iba”.

Así, para la segunda edición, de 2009, “dijimos ‘hay que ir mediando’ y definimos el tema de valores humanos, de amor, esperanza, lealtad, honestidad, integridad, y nos fue muy bien. La gente permanecía sentada, con ninguna historia se paraba (...) y es que nuestro reto es que la gente se siente a ver cine, pero también que permanezca sentada la hora y media que dura la proyección del bloque de cortometrajes”. Los asistentes son niños pequeños, jóvenes, mujeres y ancianos; “son comunidades donde no hay muchos eventos”.

El festival, afirma, “lleva entretenimiento, pero también sus historias hacen reflexionar a las personas. Quien ve los cortos, por ejemplo del tema agua y cosecha (de la edición 2010), piensa por unos minutos qué está pasando y cuáles pueden ser las soluciones”.

A partir de 2009 el FICC redujo el número de lugares donde se proyecta a sólo 50 comunidades. Y es que se modificó su concepto. “Decidimos que no queremos hacer un festival que sólo proyecte, sino también tener actividades de la comunidad. En 2009 hicimos un taller en una comunidad huichol, Santa Catarina, donde la gente hizo su propio documental. Los talleres se llaman “Cuéntamelo filmando”. En la edición 2010 nos ganamos la beca del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca) y fuimos a tres comunidades en Michoacán, donde los niños de las primarias hicieron sus cortos con dibujos y con stop motion. Por allí es que queremos que crezca el festival, para que se vuelva un intercambio. Nosotros llevamos contenido y ellos generan también contenido, y éste lo estamos mandando a festivales internacionales”. En el festival de Vancouver, en septiembre, se van a exhibir los cortos ganadores de la edición 2010 y Las Aventuras de Monochoa, hecho por los niños de Michoacán y editado por los organizadores del festival.

La convocatoria del festival se hace a escala internacional, y llegan filmes de muchos lugares, de Italia, Alemania, España y más. Este año, de hecho el segundo lugar lo ganó un corto catalán llamado Terra (de Txema Uribarri y Marco Mateus). Lo que más importa para los jueces que deciden los premios del festival es el contenido. El ganador este 2010 fue La Fábrica de Agua, dirigido por un estudiante de cine (Jan Súter). El corto se desarrolla en la Sierra de Puebla. “Es muy directo, y fue hecho por el director y su cámara, en contraste con otro corto llamado Cuarenta grados a la sombra (de Flavio González Mello), que es una producción de 300 personas y que ganó el premio que otorga el público”.

El FICC realiza intercambio de cortometrajes con el Festival Comunitario de El Salvador y Honduras, el cual es realizado por Humanitarian Productions.

La exhibición de los cortos del festival se realiza entre abril y junio, con dos caravanas de autobuses que paran cada uno un día en cada comunidad. Fernanda ha acompañado parte de estos recorridos y hace observaciones de lo que ha visto en los pueblos:

“Creo que los jóvenes se van de las comunidades, migran, por una situación muy difícil. A lo que se dedicaban sus papás y abuelos era a la producción en el campo y les pagaban más que ahora. Te dicen el maíz de Estados Unidos llega a México a precios más bajos que el nuestro. Está muy claro. Los jóvenes están desesperados. Tu ves las comunidades y te preguntas ¿de qué viven? Es una situación que no entiendes. Y luego empiezas a ver por qué el narcotráfico está funcionando”.

Página web del FICC: www.cinecampofest.com