El Equipo Nacional de Pastoral Laboral emitió un documento conmemorativo de la gesta histórica de 1810, para recordar, en medio de la algarabía del festejo, las fuentes eclesiales de las cuales emanó el movimiento, afirmó en entrevista telefónica Carlos Rodríguez, miembro de la coordinación de ese grupo.

El texto es su posicionamiento en el contexto de los festejos del bicentenario del inicio de la Independencia: “Para nosotros, creyentes católicos del siglo XXI, especialmente para los que vivimos del ‘sudor de la frente’, trabajadores y trabajadoras del México de hoy, hay mucho que agradecer y aprender de los insurgentes y de lo que posibilitó su compromiso: la renovación teológica y religiosa, la cercanía de los curas al lado de los dolores y esperanzas del pueblo, el trabajo pastoral integral y la organización social y económica de los empobrecidos”.

De acuerdo con el documento, el número de sacerdotes insurgentes que tomó las armas fue de 128 de 7 mil 341, es decir, 1.7 por ciento de esa población, y asevera que si hubo curas insurgentes es porque sus comunidades eclesiales lo fueron.

El texto es resultado de las mesas de trabajo regionales realizadas en 2008 y 2009, con la intención de hacer una memoria histórica de la participación del clero.

Se hizo una reflexión de Los sentimientos de la nación, de José María Morelos y Pavón, y textos como El pensamiento insurgente de Morelos, de Agustín Churruca Peláez.

El escrito explica los factores que influyeron en la participación de miembros del clero en la gesta de Independencia, como el movimiento renovador de la teología y la filosofía escolásticas, que se dio mucho antes de 1810 en Michoacán.

Ello fomentó un sentido crítico en los seminaristas, quienes, posteriormente, en el trabajo pastoral, conocieron la situación de ruina y calamidad de la población, lo que concibieron como tiranía y despotismo graves y que fueron detonantes del movimiento independentista.