a mirada de esa morena hizo llover a los sueños que dicen de un profundo sentimiento que resuena detrás de sus húmedos muslos. Lluvia que ha brotado este verano abundante desluciendo las de ya de por sí deslucidas novilladas que ayer terminaron, en tarde en que la lluvia amagó durante el festejo. Agua cristalina que bulliciosa juega huyendo de la altura para buscar vida. O en términos de Octavio Paz huyendo de la altura para buscar del hombre su virilidad. Agua quemada que se escapa de los muslos femeninos en deleite cuya hipnótica melancolía barbota secretos de mujer
y es búsqueda fugaz y aliciente del encuentro que nos canta dulcemente desde el regazo una cascada invisiblemente húmeda. Remanso silencioso que canta música que brota del toreo amatorio y refleja lo azul del firmamento en la mirada y vibra al roce de la piel fugaz acento sólo imaginado.
Agua helada que de los femeninos muslos se escapa ya quemada, fluye por cascadas torrenciales sin que se pueda detener y anuncia la resurrección dominical en el coso de Mixcoac del moribundo toreo. Agua de heroicos encuentros amorosos que en sueños lleva a tardes triunfales de toros y amores que me transformaban al escuchar una zambra que agitaba por patios y plazas de toros en que la emoción fue el centro del toreo en la tarde. Emoción acompañada de una cintura quebrada por el agua quemada que la incendiaba al beber el viento. Mientras en la plaza vacía me llegaba la amenaza del agua que bajara en la corriente de la lluvia, a falta de emoción en el redondel.