Nada que festejar
ada que festejar en los partidos del bicentenario que la Federación Mexicana de Futbol (FMF) organizó con tan mal tino. Con sólo un revés en 16 partidos ante Ecuador, las estadísticas señalaban que había más de 90 por ciento de posibilidades de salir victoriosos, incluso con un técnico interino y un equipo armado al vapor, pero el rival decidió otra cosa... Y en Trinidad y Tobago la femenil Sub-17 causó pena en su patético debut ante Alemania; perdió 9-0.
El casi seguro triunfo del Tri ante Ecuador impulsaría el flamante coso del emprendedor Jorge Vergara, pero la realidad estuvo muy lejos de lo planeado. Apenas hace cuatro meses 75 mil aficionados colmaron el estadio de los Gigantes de Nueva Jersey para presenciar un soso 0-0 entre ambos equipos. Ayer sólo 10 mil hinchas asistieron al Omnilife y se fueron a disgusto por los precios y la derrota.
A Ecuador le bastó la dupla integrada por Christian Benítez y Luis Valencia, quienes pusieron a bailar el jarabe tapatío al remedo de defensa que implementó Efraín Flores. No se puede decir que los tricolores optaron por cuidarse y evitar lesiones para retornar intactos a Europa, porque el propio Valencia, del Manchester United, derrochó talento sin cortapisas, simplemente fueron rebasados.
Carlos Vela acaparó críticas, tanto por sus inconcebibles fallas ante la meta, a pesar de su etiqueta de jugador de la Liga Premier, como por la radiante sonrisa que exhibe en cada error, cuando todos esperan verle un gesto de vergüenza. Antes del juego el quintanarroense despotricó contra la cancha sintética, pero estuvo a años luz de mostrar un rendimiento similar al de Benítez, su contrincante.
Mientras se atenúa la indignación hacia Javier Aguirre, quien rindió poco, alineó caprichosamente y cobró mucho, el clamor es por la inmediata nominación del timonel rumbo a Brasil, como lo solicitó Rafael Márquez, y que los federativos se dejen de planeaciones rebuscadas; ya se sabe que al final el resultado no varía: arcas llenas gracias a los partidos moleros en Estados Unidos y mediocridad en lo deportivo.
El técnico Flores no inspira la autoridad debida entre su plantel, por su condición de eventual los jugadores lo ven como ave de paso, ni siquiera tiene la trayectoria de un Enrique Meza –el otro interino u homenajeado–, y más bien se le identifica como seleccionador de fuerzas básicas y amigo de Néstor de la Torre, director de selecciones nacionales.
Ante Colombia, el martes, México está obligado a conseguir la victoria para darle un rostro más amable al festejo bicentenario; sin embargo, el tesorero de la FMF, con Justino Compeán a la cabeza, se dio cuenta de que la afición tapatía es exigente y se niega a malgastar dinero para beneficiar al polémico Vergara.
Los rescoldos del desastre en Sudáfrica todavía lanzan chispas. El malquerido Guillermo Franco presentó su innecesaria renuncia al Tri cuando todo indica que ningún técnico lo volverá a llamar, mientras que Jonathan dos Santos, todavía herido por el desaire de Aguirre, empieza a impacientar a los de pantalón largo con sus reiteradas negativas a vestir la casaca verde.
Las chicas de Leonardo Cuéllar no pudieron ser el paliativo. La Sub-17 pasó un trago amargo al iniciar su participación en el Mundial de la especialidad. Alemania no tuvo piedad y tundió de cuero a las mexicanas, que daban la impresión de estar bloqueadas y con pánico escénico, a punto de echarse a llorar o salir corriendo del campo de juego.
Fue la más grave derrota sufrida por un equipo de Cuéllar. Resultó abismal la distancia entre la calidad de las teutonas y las nuestras. La federación alemana se ocupa de ellas casi tanto como de los varones; ahora mismo está cerca de cerrar un jugoso contrato con Nike, que incluye a ambos géneros, porque hombres y mujeres siempre están en la pelea de los cetros mundiales.
Las tricolores deberán reponerse de inmediato, pues quedaron al borde del abismo en el certamen y el miércoles se medirán a Sudcorea, cuyo balompié femenil tiene prestigio.