Hoy, Leyenda de Miliano y Genómica mestiza hallarán cauce en la batuta de De la Parra
Lunes 6 de septiembre de 2010, p. 8
Como una plegaria profana
que reclama y suplica que se cumpla el sueño zapatista surgió el primer movimiento de la obra La leyenda de Miliano, explica el compositor Arturo Márquez en las notas del programa del concierto que ofrece esta noche en la sala Nezahualcóyotl la Orquesta Filarmónica de las Américas, bajo la batuta de Alondra de la Parra.
Ahí se interpretará la pieza, cuyo estreno ocurrió el sábado, ante un lleno total, en el teatro Ocampo de Cuernavaca, Morelos.
El autor detalla en su escrito que vive en un pueblo-colonia de Tepoztlán, en aquella entidad: “en Santiago Tepetlpana, en el Camino Real (a Yautepec), cerca del Capulín, donde Zapata y sus tropas tomaron algunos acuerdos con los que por aquí vivían. Conozco a Manuel, su nieto, maestro jubilado, gran conocedor y bailador de danzón. Convivo diariamente con sus herederos morelenses y me he apasionado con las historias, mitos y leyendas de Miliano, como le llama la gente que lo siente cercano.
“La Comisión Ejecutiva del estado de Morelos me encargó una obra para las conmemoraciones de 2010. Inmediatamente pensé en Emiliano Zapata. Ya tenía un antecedente: Madre Tierra, uno de los movimientos de mi cantata Sueños.”
Márquez agrega que el primer movimiento de Leyenda de Miliano se titula Plegaria. “Es una reflexión sobre el documento que dio cauce al movimiento zapatista: el Plan de Ayala. En ciertos motivos rítmicos-melódicos intento recrear la frase tierra y libertad como principio; en otros, Miliano, Emiliano, Zapata se mezclan. Utilizo el ritmo sesquiáltero de la danza de chinelos en Morelos.
Este movimiento tiene una actitud casi religiosa, que por medio de una plegaria profana reclama y suplica el cumplimiento del sueño zapatista, principio elemental de nuestra raza, y que es traicionado día a día por intereses ajenos a nuestra realidad mexicana.
El segundo movimiento, prosigue el autor, es Canto fúnebre de cigarras, “un mito: el 10 de abril de 1919 asesinan a Miliano en la hacienda de Chinameca. Cada año, justo por esos días, empiezan a cantar las chicharras (cigarras), y su canto se desvanece con las primeras lluvias.
“El canto de las cigarras es penetrante y doloroso, me recuerda que ese día fueron las principales testigos del asesinato de Zapata. Salvador Rueda Smithers escribe en Emiliano Zapata: el brusco poema de la tierra: ‘Los testimonios afirman que montaba un alazán, As de oros, caballo de buena estampa, muy de su gusto, que le regaló poco antes quien lo traicionaría (Jesús Guajardo) ese mediodía azul y cargado de cigarras’.
Foto Jesús Villaseca
Este segundo movimiento es un acompañamiento, más a ese canto que pregonan las cigarras; sus voces fuertes y agudas protestan, reclaman, lloran como si quisieran recordarnos que la muerte es parte de nuestro equilibrio, mas no el olvido del amor a la tierra.
La Orquesta Filarmónica de las Américas volverá a interpretar también Genómica mestiza, cuyo estreno mundial se realizó el viernes en la Sala Nezahualcóyotl (Insurgentes Sur 3000, Centro Cultural Universitario). El concierto de hoy es a las 20 horas y las localidades se encuentran agotadas.
El compositor de esa obra, Enrico Chapela, apunta en las notas del programa: “En búsqueda de un material apropiado para la composición de una obra dedicada a celebrar los 200 años de vida independiente de México, busqué inspiración en el reciente estudio realizado al respecto de la diversidad genética de los mexicanos, llevado a cabo por el Instituto Nacional de Medicina Genómica.
“Este proyecto analizó muestras de más de 300 individuos no relacionados entre sí, de diferentes regiones de México, mismas que fueron comparadas con estudios internacionales de europeos, africanos y asiáticos en búsqueda de posibles variantes. Dicho estudio identificó 89 variaciones del genoma sólo presente en mexicanos que resultaron ser de origen americano.
Así pues, decidí utilizar este estudio como material para determinar las diferentes variables de la obra (...) El número de posición de las 89 variaciones nunca es mayor al número de permutaciones de 12 notas. Por tanto, se puede hacer una correspondencia entre los 89 números de posición con 89 series dodecafónicas distintas, definiendo con ellos todas las notas de la obra. Cada cromosoma tiene un número bien conocido de bases que fueron escaladas para corresponder a la duración total, lo que estableció la ubicación de las notas en 23 secciones diferentes, cada una correspondiente a un cromosoma. En lo referente al ritmo, las 89 variantes aparecen con una frecuencia diferente en cada cromosoma. Estas diferentes frecuencias de aparición fueron utilizadas para determinar los valores y los quebrados rítmicos.