Un organillero recibió a los asistentes al Lunario. Luego subió al escenario, junto con el asistente que recibía las monedas, y con su música dio inicio el concierto Citadino, de Héctor Infanzón y su cuarteto, el viernes pasado.

El escenario estaba decorado ex profeso, intentando dar una imagen callejera y de otra época, con una radio antigua; tendederos de los que colgaban periódicos y prendas, como un vestido rojo y guantes blancos; tambos –quizá basureros–, detrás de los cuales tocaba el percusionista, y letreros de calles. El elemento moderno lo daba una computadora portátil,entre el bajista y el teclado de Infanzón.

Entramos al ritmo (de la ciudad). Estamos en San Juan de Letrán y Madero, anunció el pianista Infanzón; mucha gente espera el cambio del semáforo y cuando se pone el siga, un mar de historias se van entrecruzando... parecen batallas medievales; los cuerpos chocan, se rozan... Inspirado en todo esto, compuso Hematofonía, pieza para la cual subió el gran ensamble de percusiones Tambuco. Fue interpretada con el cuerpo, con las palmas percutiendo sobre los muslos, el pecho y la cabeza.

Paseo por la ciudad

Tambuco, por momentos bromeaba con mímica y ritmos; provocó desde una llovizna hasta una tormenta, con ayuda del público.

Infanzón, en la esquina de López y Victoria, bajo una farola, platicaba entre pieza y pieza. Como cuando presentó con quienes comparte parte de la vida a través de la música: el excelente baterista Giovanni Figueroa, el percusionista Luis Gómez y el bajista Adrián Infanzón.

En lo que llamó un paseo por la ciudad, ofreció sus composiciones de jazz con elementos afrocaribeños. Una fue No porque me acuerdo, danzón alternativo, inspirada en los edificios, bares, restaurantes, centros nocturnos, teatros, de los cuales muchas veces no nos damos cuenta hasta que ya no existen.

En Rincón brujo participó la bailarina Lupita Padilla. Una ovación despidió a los músicos.