n ocasiones los funcionarios piden a la población que no tire basura en calles, barrancos o baldíos, porque así contribuye a la inundación de los centros urbanos y al azolve de las cuencas hidráulicas y los vasos de captación de agua. Dicha causa va de la mano de la obsolescencia y falta de mantenimiento de los sistemas de drenaje en prácticamente todas las poblaciones del país. Una de las siete prioridades ambientales del primer gobierno del cambio, el del señor Fox, fue limpiar de basura a México. Fracasó, como las seis restantes: miles de toneladas de basura yacen donde causan problema, mientras los servicios de recolección por lo general llevan los desechos municipales a sitios que son fuente de contaminación y enfermedades. Los ejemplos abundan.
En Cancún, el centro turístico internacional por excelencia, se saturó el relleno sanitario por lo que compactan al máximo la basura a fin de poder depositarla por 30 días más. Con el desgobierno que caracteriza a esa ciudad, se ignora dónde estará el nuevo confinamiento, cuya construcción tardará varios meses. Mientras, personal del ayuntamiento recoge ahora parte de la basura de un millón de habitantes porque la empresa concesionaria, Domos, no tiene la capacidad de hacerlo. La firma alega que el gobierno local le adeuda 26 millones de pesos y por eso no ha podido adquirir más equipo y contratar más personal. Es importante señalar que Quintana Roo, Yucatán y Campeche se abastecen del agua del subsuelo, por lo que hay que evitar su contaminación con desechos urbanos, materias fecales o sustancias químicas.
También en Cuernavaca, la capital de Morelos (ciudad turística e industrial), varios días no se recogió la basura por desacuerdos entre el ayuntamiento y la empresa PASA, responsable de recolectarla. Ésta alega que el municipio le adeuda más tres meses. Pero la autoridad municipal dice que PASA no ha cumplido con todos los términos del contrato de recolección. El tiradero de la ciudad se ubica en Loma de Mejía. Desde antes de que se construyera en 2009, ha sido objeto de fundadas críticas de investigadores, ambientalistas y campesinos. Entre otras cosas, por ser fuente contaminante del agua. Como ocurre con la seguridad pública, priva la falta de información confiable en torno al problema de la basura. En tanto, las organizaciones ambientalistas de Morelos denuncian que los 33 municipios de la entidad violan la legislación sobre manejo de residuos sólidos. El gobierno estatal reconoce que apenas la mitad de toda la basura se deposita en rellenos sanitarios.
También a un sitio inadecuado llevan la basura de Chilpancingo, pues filtra contaminantes al río Huacapa. Es un asunto que las autoridades conocen desde hace años. Sin embargo, se aprestan a construir en el mismo lugar un confinamiento
. Los especialistas han advertido de los daños que va a causar, pero los funcionarios siguen con su plan, o con sus negocios. Precisamente por no observar la norma oficial que regula el lugar donde deben construirse los confinamientos, el agua que trajo la tormenta tropical Álex inundó el relleno sanitario regional ubicado en Matamoros, Tamaulipas. Se construyó hace cinco años. La norma oficial advierte que ningún tiradero de basura debe estar cerca del cauce de un río ni en zona inundable.
Y para no ir lejos en ejemplos negativos sobre la basura, en el estado de México no se colecta 30 por ciento de la que generan los hogares. Se queda en calles, baldíos y cañadas y luego contribuye a restarle capacidad de conducción al sistema de drenaje. Algo que también ocurre en el Distrito Federal, donde se incumple la legislación que obliga a separar la basura.
En fin, México carece todavía de una política oficial y de una educación ciudadana que lleve a producir menos basura, a recogerla (y separarla reciclarla cuanto sea posible) y depositarla en los sitios idóneos. El actual gobierno, el segundo del cambio, dijo alguna vez que terminaría con el problema de la basura, el desempleo, la inseguridad, la injusticia social, la contaminación.