Sábado 21 de agosto de 2010, p. 2
Durante el recreo escolar los niños pueden llegar a consumir 500 calorías –la mayoría en comida chatarra alta en grasas, carbohidratos simples y azúcares–, a las cuales hay que sumarle las que tienen en el desayuno, la comida y la cena, lo que se convierte en un exceso
, ya que su necesidad energética promedio es de entre mil 400 y 2 mil calorías al día, señaló en entrevista la nutrióloga Viridiana Romero, del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán.
Esos productos industrializados suelen tener además saborizantes que hacen a los niños comer más, y si a toda esa grasa y azúcar se le suma la falta de ejercicio, el resultado es un exceso calórico que puede desembocar en un problema de sobrepeso.
Además, los alimentos chatarra tienen una cantidad prácticamente nula de proteínas, minerales y carbohidratos complejos, que son los componentes que más necesitan los menores para tener un desarrollo físico adecuado.
Dos pastelillos de 80 gramos cada uno, por ejemplo –según los datos que aparecen en la página de la empresa que los comercializa–, tienen 285 calorías, con 9.2 gramos de grasa total y sólo 3.4 de proteínas; unas papas fritas, 145 calorías y siete gramos de grasa; una botella de refresco sabor cola de 400 mililitros, 168 calorías, y una bebida azucarada de 250 mililitros, 80 calorías.
De acuerdo con un estudio de la organización El Poder del Consumidor, la mayoría de las bebidas para niños supuestamente hechas con jugo de fruta son en realidad caramelos líquidos
que incluyen aditivos, como el benzoato de sodio, que provocan alteraciones de conducta, como hiperactividad y déficit de atención, y afectan a un millón y medio de niños y 3 millones de adultos.
En contraposición, afirmó la especialista, un sándwich o una torta hecho en casa de forma austera (sin muchos embutidos ni condimentos) puede tener unas 280 calorías; una manzana, 55; una naranja, 72; una taza de jícama o zanahoria rallada, 46; un mango, 80, y una taza de ensalada de nopal, 22.
El boom del sobrepeso y la obesidad infantil en México, que ya ocupa el primer lugar mundial en este rubro, también se debe “al estilo de vida de los padres, que dedican menos tiempo a la elaboración del lunch de los niños, ante la facilidad de comprarlo ya hecho en la tienda”, consideró.