Viernes 20 de agosto de 2010, p. 35
Tabasco es el caso más dramático
de degradación ambiental en México. Las políticas públicas alentaron el desmonte de bosques y selvas para convertirlas en zonas ganaderas y agrícolas, lo cual ahora ha dejado a la población en una gran vulnerabilidad climática
, señaló Greenpeace.
La organización recordó que hace 70 años 49 por ciento de la superficie de Tabasco era selva tropical y para 1990 sólo quedaba 8 por ciento, y sólo la mitad era selva primaria.
Hoy día apenas quedan unas 100 mil hectáreas en la sierra de los municipios de Huimanguillo, Teapa, Tacotalpa, Macuspana y Tenosique; 45 mil hectáreas son de selvas y acahuales, 40 mil de manglares, 10 mil de tintales y 5 mil de encinares, indicó .
Tabasco repitió modelos de desarrollo diseñados para otras condiciones sociales, económicas y ambientales, lo que ocasionó transformaciones drásticas en el paisaje, cuyos efectos son más patentes ahora, en un escenario de cambio climático, donde ya están impactado la vida y seguridad de los tabasqueños
, indicó Paloma Neumann, integrante de la campaña de bosques de Greenpeace.
Tabasco debe ser considerado un ejemplo de las consecuencias nefastas que puede tener la aplicación de políticas ambientales y agropecuarias sin análisis ni planeación, y con objetivos que se contradicen entre sí
, consideró.
Señaló que la alta vulnerabilidad se debe también a los agresivos planes agropecuarios que han modificado el cauce de los ríos, y al hecho de que el estado tiene la tasa promedio de precipitación más alta del país.