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Toros
Sigue muy enfermo José Tomás
 
Periódico La Jornada
Lunes 16 de agosto de 2010, p. a46

Pues no: pasan los meses y José Tomás no se alivia de la pavorosa cornada que recibió el pasado 24 de abril en la Monumental de Aguascalientes, donde fue herido en la ingle y sufrió destrozos en la arteria femoral y la vena safena, boquete por donde en pocos minutos se le salió prácticamente toda la sangre del cuerpo. Después de las transfusiones que le devolvieron el color y la vida, y del emotivo comunicado que leyó al ser dado de alta en el hospital –me siento más mexicano que nunca, porque llevo la sangre de este pueblo en mis venas–, el número uno de la torería mundial anunció, desde Madrid, que no volvería a vestirse de luces por el resto de este año.

Contra las expectativas de los médicos, los efectos secundarios de aquellas graves lesiones no empezaron a disiparse con el transcurso del tiempo. Al contrario, José Tomás siguió quejándose desde entonces de que no siente la pierna, de que la tiene como dormida. En virtud de este estancamiento fue intervenido quirúrgicamente –de nuevo– el jueves pasado en el hospital Nisa, de Sevilla.

En su reporte, el médico Miguel Ángel Toledo Romero dijo que la operación, efectuada a fin de explorar las consecuencias de la cornada, fue exitosa. El bisturí liberó diversas ramas del nervio crural atrapadas por las cicatrices de la herida y, aunque el pronóstico es muy favorable, añadió, será preciso esperar dos meses para dar un informe más detallado.

Por otra parte, en la bella placita tlaxcalteca de Huamantla, el michoacano Fernando Ochoa cortó dos orejas la noche del sábado durante la corrida de las luces, organizada por el ayuntamiento local con el apoyo del matador de toros en retiro Raúl Ponce de León, quien dirige la ganadería de García Méndez. Los otros dos alternantes, Eulalio López, El Zotoluco, y Rafael Ortega, se fueron en blanco.

Hace algunas semanas, mientras vigilaba el desarrollo de una camada de pavos con cuajo y pitones que pastan en los potreros de García Méndez, Ponce de León vivió una circunstancia insólita. Manejaba su automóvil al hilo de una alambrada, inspeccionando que todo estuviera en orden, cuando un toro se le arrancó de largo y golpeó la parte posterior del vehículo con su poderosa cornamenta. Acto seguido, echó las patas delanteras sobre la cajuela del auto y, presa de incontenible excitación sexual, intentó penetrarlo como si fuera una vaquilla. Los que saben dicen que jamás habían tenido noticia de un acontecimiento tan bizarro.