Espiral perpetua, tributo que familiares, artistas y amigos dedicaron al violista
Creemos, como él, que la mejor forma de luchar contra la violencia es mediante el arte y la educación
, resonó en la sala Blas Galindo
Resaltaron su apoyo a compositores contemporáneos
Domingo 15 de agosto de 2010, p. 4
La viola es un instrumento capaz de abrir las fronteras de la imaginación y del sonido, capaz de retar al tiempo y crear su propio espacio en nuestra historia
, palabras que alguna vez pronunció el músico Omar Hernández-Hidalgo y con las que fue recordado este miércoles por la noche durante el concierto-homenaje Espiral perpetua, que se le ofreció en la sala Blas Galindo, el último lugar en el que tocó.
Omar Hernández, cuyo instrumento fue la viola y del cual se convirtió en uno de los mejores intérpretes, fue encontrado muerto la madrugada del domingo 6 de junio en Tijuana, lugar en el que residía. Hasta el momento se siguen varias líneas de investigación, expresó a La Jornada su hermano David Gil Hidalgo, quien fue el encargado de leer, en nombre de la familia, un hermoso discurso que preparó Azul Aquino, prima de Omar.
Durante el homenaje, el músico fue recordado por su compromiso con la música desde diferentes trincheras: “hagamos lo posible por continuar su trabajo y apoyemos la música en todos sus ámbitos: formativos, de creación, de difusión, de investigación, de recuperación...
Dar continuación a su labor
Sería verdaderamente amargo que la labor de su vida, su legado, se extinguiera con su muerte. Debemos apostar, como él lo hizo, a construir espacios más luminosos, donde el arte tenga el lugar de importancia que merece en la construcción de mejores hombres, y esperemos que esto ayude a que actos dan deleznables sucedan en menor medida, pues creemos, como él, que la mejor forma de luchar contra la violencia es a través del arte, la ciencia y la educación
, palabras que resonaron en la Blas Galindo, en el Centro Nacional de las Artes, donde estuvieron amigos, familiares, músicos, compañeros y el subdirector general del Instituto Nacional de Bellas Artes, Sergio Ramírez Cárdenas.
Fue un reconocimiento a la trayectoria de Omar Hernández como músico, pero también a su calidez humana. Además de ser un virtuoso obsesivo, también era un ser humano juguetón y vital (...) Siendo un profesionista de alto nivel, bien pudo haber residido en cualquier lugar del mundo, pero decidió quedarse aquí por su amor a México, y aunque esto le haya traído dificultades y diferencias, luchó por formar generaciones futuras de músicos que pusieran en la cima el nombre de este país.
Omar, se recordó, fue un audaz músico, entregaba cuerpo, cabeza y corazón en cada interpretación; se entregaba al compositor y al público por igual, dando lo mejor de sí nota tras nota, frase tras frase. El repertorio que deja atrás está latente y esperando que alguien vuelva a reproducirlo
.
Omar, además de la facilidad natural, tenía plena conciencia de su responsabilidad con la música de nuestro tiempo: estrenó, encargó, patrocinó, revisó y editó gran cantidad de obras de nueva creación. El apoyo a los compositores contemporáneos era parte importante de su labor cotidiana
, dijo el compositor Leonardo Coral, quien señaló que el músico, “por razones de trabajo, residía en una de las zonas más conflictivas del país.
Su trabajo en Tijuana y Ensenada fue sumamente valioso como solista, profesor y atrilista, así como parte importante de la vida musical y ejemplo para las nuevas generaciones
, destacó.
Durante este concierto-homenaje, se estrenaron mundialmente tres piezas dedicadas a Omar Hernández-Hidalgo, el primer doctor en viola del país: Nocturno, de Alejandro Cardona, interpretada al piano por Mauricio Nader; Kaze (Viento), pieza para flauta amplificada y cinta con sonidos de viola de Omar Hernández-Hidalgo, compuesta e interpretada por Alejandro Escuer; y Lamento, de Georgina Derbez, interpretada por la soprano Catalina Pereda, acompañada al piano por Mauricio Náder.
También acompañaron el recuerdo de Omar Spiegel im Spiegel, de Arvo Pärt, interpretada por Pablo Hidalgo Wong y Victor Manuel Morales, y Hor, de Alejandro Romero, a cargo del Ensamble Tempus Fugit y Daniel Hidalgo Wong.