Anuncia programa para niños juarenses en áreas protegidas por la milicia
Viernes 13 de agosto de 2010, p. 10
El embajador de Estados Unidos en México, Carlos Pascual, dijo ayer que es alarmante el nivel de violencia y de tensión social existente en la frontera mexicana.
Al participar en la conferencia anual sobre seguridad fronteriza, realizada en El Paso, Texas, el diplomático señaló que Ciudad Juárez continúa siendo el epicentro de la violencia engendrada por las organizaciones de narcotraficantes. La explosión de un coche bomba –el pasado 15 de julio– marca un cambio en las armas utilizadas, en el nivel de sofisticación y en la implacabilidad de los cárteles, añadió.
Desde entonces las organizaciones criminales han efectuado ataques contra las policías de todos los niveles en esa localidad, donde el promedio de asesinatos diarios es de ocho y se tiene un registro de mil 700 homicidios durante los primeros siete meses de 2010, lo que significa 50 por ciento más que en 2009.
Puntualizó que al amparo del programa Todos Somos Juárez, el gobierno de México ha trabajado con grupos comunitarios para mantener a los chavos alejados del crimen y sacar a otros de la violencia. Con el apoyo de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, una red de jóvenes dedicados a la música y el arte buscarán involucrar a los niños en estas actividades ofreciéndoles así una alternativa para aprovechar mejor el tiempo. Probablemente se empezará en microáreas de cinco manzanas, que estarían resguardadas por la milicia, creando una percepción de seguridad. Más adelante ese perímetro podría extenderse.
Pascual añadió que en Matamoros, Nuevo Laredo y Monterrey se ha desatado un patrón de violencia similar al de Juárez, con lo que se integra el llamado triángulo del noreste.
El diplomático señaló que este modelo era predecible, pues al tiempo que las autoridades mexicanas y de Estados Unidos han mejorado su inteligencia y sus ataques, la batalla entre los grupos criminales se ha intensificado.
También dijo que la violencia causada por las drogas se está desbordando, pero no entre ciudades de ambos lados de la frontera, sino desde las áreas limítrofes de México a centros urbanos en ambos países –en algunos casos distantes del área de conflico–. En Estados Unidos –precisó– esto se siente en Atlanta, Chicago, Filadelfia y otros lugares donde los efectos de la adición y el tráfico ilegal socava a las comunidades.
En su exposición, el embajador se refirió a los ajustes que se han hecho a la Iniciativa Mérida. Nos dimos cuenta de que eliminar a los líderes más altos era necesario, pero no suficiente. Aprendimos que debemos considerar a las organizaciones de narcotraficantes como corporaciones
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