Los resultados del anuario Panorama Educativo de México 2009, elaborado por el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) no sólo revelan un bajo rendimiento en el aprendizaje de los alumnos de primaria y secundaria; también, que enfrentamos un problema multifactorial que no se reduce a reformas curriculares. Es, sobre todo, un asunto económico, afirmó Teresa Farfán Cabrera, experta en el sistema educativo nacional de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

Un país en el que 322 mil menores de 6 a 14 años no asisten a la escuela porque trabajan más de 20 horas a la semana, afirmó, hipoteca su futuro, pues de antemano podemos asegurar que en unos años serán adultos en extrema pobreza y con una calidad de vida precaria.

Farfán, catedrática de la UAM-Xochimilco, destacó que en México enfrentamos viejos problemas en el sistema educativo que no hemos logrado resolver. La deserción todavía es preocupante; peor aún, constatamos que las becas en sí mismas no garantizan la permanencia en las escuela.

Sin duda, se tendrá que profundizar en las causas económicas que obligan a que los niños abandonen la educación básica a temprana edad, indicó, pues en la adultez no tendrán las herramientas mínimas para obtener un empleo no precario; con ello perpetuamos el círculo de la pobreza.

El informe destaca que aún se debe proporcionar formación de calidad a la población de 3 a 14 años de zonas rurales y urbanas de muy alta marginación.

Subraya que la población escolar que habita en comunidades rurales dispersas asiste a instituciones multigrado, atendidas por uno o dos maestros para todos los años de formación. Revela que 44 por ciento de todas las primarias del país aplican este sistema, donde se atiende a 9.4 por ciento de la matrícula nacional; es decir, a más de un millón de niños de 6 a 11 años.

Farfán afirmó: los resultados educativos parecen no tener un impacto inmediato, pero, sin duda, estamos ante uno de los problemas más urgentes para el país. Si no queremos tener millones de nuevos jóvenes en pobreza extrema en unos cuantos años, tenemos que revertir estas cifras, aunque no sólo con mayores recursos; también hay que mejorar mucho cómo los invertimos, porque un bajo rendimiento es producto no sólo de planes y programas curriculares que pueden ser deficientes, así como la formación de los docentes; no podemos olvidar que la pobreza y la marginación de miles de familias también se refleja de forma cotidiana en el aula.