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El término náhuatl milpa vine de milli: sembradío y pa: lugar, y designa cualquier sementera. Por lo general se la identifica con un policultivo cuyo centro es el maíz: la planta más socorrida en Mesoamérica y el área andina, y excepcional ejemplo de domesticación. El Códice Chimalpopoca da cuenta de algunas especies cultivadas por los mexicas: “el maíz blanco, el negro, el amarillo y el colorado, el frijol, el amaranto, la chía, el michihuantli (...)”, pero además están la calabaza, el jitomate, el chile y muchas otras. Diversidad de plantas que por lo general se cultivaban entreveradas en múltiples combinaciones, dependiendo del suelo, el clima y los gustos de la gente. Los barrios de Tenochtitlán, identificados por la distinta ocupación de sus habitantes, son testimonio de la importante división del trabajo en las grandes culturas precolombinas, pero en la agricultura, pese a que había diferentes maneras de cultivar, en las sementeras había siempre diversidad. Y si la milpa es un policultivo, “hacer milpa” –que es como los campesinos mexicanos designan la acción tradicional de cultivar–, puede también interpretarse como una forma polifónica de pensar y de vivir, como una estrategia social cuya fuerza nace de la entreverada y solidaria diversidad de quienes la comparten. Más allá de su sentido agrícola, milpa es un modelo basado en la pluralidad virtuosa, un paradigma civilizatorio distinto y opuesto al del individualismo, la especialización y la uniformidad, que es el dominante. Si adoptamos esta interpretación del término, descubriremos que el mundo que nos rodea está formado por conjuntos seriales homogéneos y por sistemas pluralistas complejos, es decir, milpas. Y como en algún momento tendremos que elegir, entrénese desde ahora amigo lector: en los pares de imágenes de esta página descubra cuál de las dos es la milpa.
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