Opinión
Ver día anteriorLunes 5 de julio de 2010Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Un humilde de la fiesta en la México
L

uis Conrado novillero de leyenda ¡por fin! llegó a la Plaza México. Sin influencias para presentarse en el embudo de Insurgentes, había a base de un valor inaudito, triunfado en las temporadas de novilladas en la placita de Arroyo, después de años de recorrer las fiestas pueblerinas, novenarios y corridas mixtas con toros de media casta, en el clásico recorrido novilleril de la legua que parece desaparecer para dar paso a jóvenes apoyados por familias vinculadas a la fiesta brava.

Luis Conrado al partir plaza en la llamada catedral taurina de México triunfó por el solo hecho de hacerlo. Sin estructura para poderles a los inciertos novillos de De Haro y Joselito Huerta que se lidiaron la tarde de ayer. Por si fuera poco, Luis padece un problema de la audición y está ya curtido por un recorrido en ganaderías y campiñas entre súplicas y garrotazos, sufrir todo tipo de ridículos y el cuerpo ya resentido por cogidas en un perseguir a los toros por entre los juncos verdes a la vuelta de los ríos, a los que como otros trataba de cortarles su carrera a las voces de ¡je toro! Y la contemplación posterior de la Luna en los kioscos de los pueblos. Ya doctorado en latigazos, volteretas, puntazos, detenciones en las cárceles pueblerinas, desprecios, y en la imaginación poemas toreros que no le han escrito.

Sí; Luis Conrado salió triunfador del coso de Mixcoac por el hecho de presentarse en el ruedo, sin tener un apoderado. Su traje de luces sin luces, desteñido, ajustado y la camisa grande lo caracterizaban como marginal de la fiesta brava. Todo esto en novillada de época futbolera con cambio de horario, poco anunciado.