n todas partes se cuecen habas. En México, a los presuntos responsables de la tragedia en que murieron 49 niños en una guardería, los exculpa el más alto tribunal del país. Se impusieron los intereses de la alta burocracia y la política, el cabildeo
de los presuntos implicados. La condena ciudadana por esa determinación es unánime y la expresan hasta los editorialistas que en sus artículos o entrevistas en la tele trataron de librar de culpa al anterior director del Instituto Mexicano del Seguro Social Juan Molinar Horcasitas y al actual, el señor Karam. En cuanto a los dueños de la guardería ABC, gozan de cabal libertad. No es para menos, si uno de ellos es familiar de la señora Margarita Zavala de Calderón.
En Estados Unidos también se cuecen habas: el juez federal Martin Feldman, que ejerce en Luisiana, levantó la moratoria de seis meses que impedía realizar perforaciones en aguas profundas. La decretó el presidente Obama para responder a la indignación que causa en la ciudadanía de su país y en el mundo el incontenible derrame petrolero en el Golfo de México. Feldman afirma que es una medida extrema
. Y que no se puede concluir que si una plataforma explotó, las otras representan un peligro inminente también
. Su decisión la ratificó otro juez de Nueva Orleáns, a pesar de que Feldman tuvo su propia explosión: es accionista de Transocean, dueña de la plataforma Deepwater Horizon que estalló y se hundió en abril pasado. Esa plataforma la había alquilado a la British Petroleum. Ahora se informa que muchos jueces federales que laboran en los estados costeros del vecino país tienen inversiones en petróleo y gas. Algunos se han negado a representar los intereses de los afectados por el derrame para no entrar en conflicto de intereses. Otros, en cambio, vendieron rápidamente sus acciones, pues ganarán más encargándose de las demandas contra la British.
Mientras en Estados Unidos se impone poco a poco el inmenso poder que las trasnacionales petroleras tienen en el Congreso y en otras instancias gubernamentales y judiciales. Mientras se afirma que el petróleo derramado se hunde en las aguas del Golfo y la tormenta Alex pone en serios aprietos los trabajos para tapar el pozo Macondo, en México los centros especializados en temas marinos carecen de recursos para desarrollar los estudios básicos que permitan tener una idea más precisa de los daños potenciales que causaría el crudo derramado si llega a las aguas y costas nacionales.
En tanto, en la capital del país se hunden obras emblemáticas, como la sede del Poder Legislativo, el elefante de concreto y varilla construido cuando nadábamos en la abundancia petrolera. No se hunde por tanto trabajo y sabiduría acumulada de diputados y senadores, sino porque irresponsablemente se sigue sobrexplotando el acuífero de la cuenca de México, del cual se extrae 70 por ciento del líquido que demandan más de 20 millones de habitantes. Pero, en cambio, no se recarga en la misma medida y eso que hay suficiente agua de lluvia y de los ríos de la región para hacerlo. En entrevista con el noticiario que al mediodía conduce Enrique Muñoz en Multivisión, el investigador Jorge Legorreta advirtió de los daños que por esa extracción, por el hundimiento generalizado de la mancha de asfalto y concreto, sufren algunas líneas del Metro. Agreguemos que desde hace décadas se hunde el Ángel de la Independencia, el Palacio de Bellas Artes y otros monumentos emblemáticos. Igual le pasará a la nueva mole de cemento y acero que alberga al Senado. El caso extremo de hundimiento es Chalco y áreas vecinas: un metro en promedio al año, lo que explica la inundación que periódicamente sufren allí miles de familias.
Aunque los legisladores dicen que no llamarán a comparecer al Vasco Aguirre para que exponga las causas por las cuales la selección privada de futbol quedó fuera del Mundial, opino que sí deben hacerlo, pues de los éxitos futboleros depende el futuro del país. Después los legisladores podrán ocuparse de minucias, como el hundimiento de la cuenca de México y la sobrexplotación de su acuífero. Y recordarán que, por ese motivo, la urbe es cada vez más vulnerable a los sismos.