Viene lo peor
a cita es el próximo domingo a las 13:30 horas. Al hoy espeso y gris México le espera un genio llamado Leo Messi y otros 10 guerreros que van a morder cada centímetro de la cancha. Quien gane pasará a cuartos. El duelo será también de banquillos: el histriónico y mítico Diego Armando Maradona –si no existiera habría que inventarlo
, escribió hace unos días el colega John Carlin–, frente al taciturno y tozudo Javier Vasco Aguirre, graduado ya como entrenador, asignatura pendiente para Diegodios.
Ojalá salte a la cancha la selección que enamoró ante Francia, o la que mantuvo en jaque a la albiceleste en el pasado Mundial alemán. Ojalá no veamos el lado opaco de un equipo demasiado irregular e inconsistente.
Enfrente el Tri se las verá con un elenco de jugadores excepcionales. Argentina tiene para hacer dos equipos de alto nivel competitivo y los dos se encuentran en Sudáfrica capitaneados por dos zurdos de otro mundo: Maradona y Messi.
Sorprendió el Vasco alineando desde el inicio a Cuauhtémoc Blanco y a Andrés Guardado. Fue un primer tiempo de juego alegre y anárquico que sirvió para que el zurdo exportado a La Coruña demostrara lo excelente jugador que es. A menos que haya tenido alguna dolencia física resulta incomprensible que Aguirre lo dejara en la caseta para el segundo tiempo.
Aburrió nuevamente Guillermo Franco; lento y torpe, y el puma Pablo Barrera salió a comerse el campo. Encaró a los duros charrúas con desparpajo y se dio tiempo para ayudar con eficiencia en la defensa. Blanco tuvo dos que tres detalles en el primer tiempo, pero su físico ya no está para esos desafíos. Si los uruguayos ahogan, los argentinos abrasan. No está Blanco para esos trotes.
El caso es que Aguirre tiene mimbres para confeccionar una excelente escuadra. Su problema es que ya está muy casado con su esquema, con sus fijaciones. A estas alturas del Mundial, después de tres juegos, es incomprensible que mantenga como fijo a Franco en detrimento del Chicharito Hernández. Se vio inconsistente sentando a Guardado cuando había tenido la osadía de ponerlo en la alineación titular, demoró en exceso el cambio de Blanco y para acabarla de amolar hizo montón con Hernández y Franco en el centro de la delantera, facilitando así el trabajo de los charrúas.
Con todo y eso México ya está en octavos. No puede presumir igual la decrépita selección francesa que ayer bordó un ridículo monumental ante la también eliminada Sudáfrica. La falta de profesionalismo exhibida por los millonarios jugadores galos sumió en la depresión a un equipo que hace dos y tres mundiales maravilló a los aficionados.
Descansen en guerra el astrólogo-seleccionador Raymond Domenech y un grupo que dio todo un recital de lo que no debe hacerse, ya sea jugando o trabajando. Se burlaron de todos.
La albiceleste
Unas horas más tarde, con prácticamente su segundo equipo, la doble M dio cuenta 2-0 de Grecia, apeándola del Mundial. Sin estar en su mejor nivel, Messi deslumbró con media docena de jugadas que bien valen los dólares que se pagan para verlo. Maradona era el hombre feliz: de nueve puntos posibles consiguió todos. Está haciendo méritos para graduarse, pero le falta más porque con jugadores como los que tiene a su mando únicamente se debe soñar con lo máximo.
El mérito de Leo es que no se cree el mejor, no actúa como una estrella caprichosa, no se maneja como un endiosado. Lejos de las poses propias de divas y divos, el rosarino labra su leyenda en cada partido. Lo cosen a patadas y generalmente no se queja aunque le peguen en el alma. Es un futbolista admirable dentro de la cancha y cuentan que es una excelente persona fuera de ella.
El domingo es la cita. Ojalá el Tri muestre su cara de Mr. Hyde.