A dos años de la urgencia de la Bicentenario
Ni empleos ni derrama
La refinación baja y la importación sube 135%
ace unos dos años, el 8 de mayo de 2008, la secretaria de Energía, Georgina Kessel, intentaba convencer a su auditorio (los participantes en un foro energético
que se desarrollaba en el Senado de la República) sobre la urgencia que tenía el país de contar con una nueva refinería, y lo explicó así: para satisfacer la creciente demanda interna se requerirá construir una nueva refinería cada tres o cuatro años, durante las próximas dos décadas, además de concluir la reconfiguración de las refinerías existentes. Importamos cuatro de cada diez litros de la gasolina que consumimos, y de no hacer nada en el crecimiento de la demanda, muy pronto la mitad de nuestro consumo de gasolina será cubierta con importación. Bajo este esquema estamos trasladando empleos, inversiones e impuestos al extranjero en vez de generarlos en México; no hemos aprovechado que la industria de la refinación mundial se ha mantenido en la parte alta del ciclo, con rendimientos superiores a 20 por ciento
.
En el mismo foro a la señora Kessel le hizo segunda Jesús Reyes Heroles (junior), a la sazón director general de Petróleos Mexicanos: “en materia de refinación el rezago tecnológico de Pemex se refiere a las limitaciones de la infraestructura actual, y al acelerado crecimiento de la demanda. Las características actuales de los crudos mexicanos han creado nuevos desafíos para las refinerías, debido a que fueron diseñadas para procesar crudos distintos a los actuales. El crecimiento del consumo de gasolinas a tasas superiores a la economía y muy superiores al comportamiento histórico, ha generado un desbalance entre la oferta interna y la demanda. Estas dos manifestaciones requieren, a corto plazo, fortalecer la infraestructura existente de almacenamiento y distribución de Pemex-Refinación, así como adicionar capacidad de transporte al sistema para hacer frente a las cuantiosas importaciones de combustibles que se requerirán en el futuro inmediato… Con el propósito de abatir la importación de gasolinas, se requiere construir capacidad adicional a un ritmo suficiente para cubrir 310 mil barriles diarios adquiridos en el exterior en 2007, y una expansión del orden de 40 mil barriles-día, entre otras inversiones”.
Con los datos divulgados por ambos funcionarios se pretendía no sólo dar cuerpo al anuncio que casi dos meses atrás (18 de marzo de 2008) hizo público el inquilino de Los Pinos (la construcción de la Bicentenario), sino sustentar la urgencia mexicana de contar con cuando menos una nueva refinería tras casi tres décadas de atraso en este renglón, y actualizar tecnológica y operativamente a la empresa más importante del país. En consecuencia, se esperaba una reacción inmediata para reducir lo más rápido posible la dependencia externa de petrolíferos y alcanzar en la paraestatal, de la misma forma, esos objetivos.
Pues bien, a dos años de distancia de aquel foro y aquellas urgencias, la citada dependencia se ha incrementado, los objetivos planteados no han trascendido el discurso, el golpeteo a los consumidores se mantiene vía aumento de precios de los combustibles, y la refinería Bicentenario permanece perdida en el éter, al igual que la prometida generación de empleo por esta magna obra y la derrama económica para uno de los estados más pobres de la República.
Contrario a lo que sucede en otros países con gobiernos medianamente civilizados (primero el dinero y después el anuncio sobre la construcción de una obra del Estado), en México se cacarea el huevo sin siquiera tener gallina, y en este contexto parece que 12 mil millones de dólares (costo estimado de la Bicentenario) resultaron demasiados para soportar el discurso del inquilino de Los Pinos, por mucho que desde el inicio (si algún día en realidad lo hizo) del sexenio foxista se mencionara una cifra similar para –según se dijo en aquel entonces– poner las cosas en orden en materia de refinación
.
Con lo que se obtuvo por exportaciones petroleras en tiempos del ranchero de las ideas cortas y la lengua larga, a estas alturas México fácilmente contaría con un par de nuevas refinerías, cuando menos, pero fue tal el despilfarro de esas petrodivisas que el país cada día importa más productos refinados. A Fox se le ocurrió la brillante idea de construir una refinería que atienda las necesidades
, pero no las de México. Se construiría, anunció, pero en algún país
de América Central, en el marco del Plan Puebla-Panamá, que en realidad estaba al servicio de las trasnacionales petroleras, no de los gobiernos regionales, ni mucho menos en beneficio de los centroamericanos. Pero como el anuncio lo hizo Vicente, en anuncio se quedó.
Ya con Calderón, y tras tres largas décadas sin construir una refinería, se anuncia, en el discurso, la construcción de la Bicentenario, pero en lugar de dar el banderazo de inicio de la obra, el gobierno se hunde cada día más en un mar de pretextos para mantener congelado el proyecto. ¿Dónde quedaron las urgencias y advertencias que dos años atrás hiciera la señora Kessel sobre la creciente demanda interna? En este renglón México ya perdió dos años, sólo con el actual inquilino de Los Pinos, porque sus cuatro antecesores tampoco dieron golpe. Tanta angustia
en el discurso oficial por la creciente cuan onerosa importación de gasolina y otros petrolíferos, y resulta que en 31 años el gobierno federal (en sus últimas cinco presentaciones sexenales) no ha construido una sola refinería en la República (de hecho cerró una, la de Azcapotzalco, en 1991, por ser altamente contaminante; sin reponerla la convirtió, o pretendió hacerlo, en parque ecológico
).
En el balance, a estas alturas México cuenta con seis refinerías en operación (Cadereyta, Salamanca, Tula, Minatitlán, Salina Cruz y Madero), con una capacidad conjunta de un millón 284 mil barriles diarios (2007). La de mayor potencial (295 mil barriles diarios) es la de Salina Cruz, y la de menor, Madero (105 mil). Y como cereza, lo siguiente: de diciembre de 2002 a igual mes de 2007 la elaboración de petrolíferos en las refinerías existentes en territorio nacional apenas se incrementó uno por ciento (aunque desde que Calderón se instaló en Los Pinos ha caído en 0.8 por ciento), mientras la importación de estos productos creció, en igual periodo, 135 por ciento.
Las rebanadas del pastel
Pero qué más da: con la Bicentenario, ¿cuál es la prisa?… Y los ratones nacionales ya no se cubrieron de gloria; de panzazo tendrán su cuarto partido, que en realidad pinta para partida.