La directora general de la compañía Ballet Independiente, Magnolia Flores, insistió: la danza está en crisis porque se desconoce el valor que tiene la cultura para la identidad nacional. Por ello exhorta a reconocer la creatividad de los mexicanos.

En el teatro Wilberto Cantón, anoche, el Ballet Independiente –bajo la dirección artística de Elliot Islas– rindió homenaje al escritor Carlos Monsiváis (1938-2010), quien sostuvo entrañable amistad con la maestra Flores. La función fue a beneficio de la Coalición por el Acceso Legal a la Cultura.

El programa incluyó las coreografías La espera (1973), considerada la obra maestra de Raúl Flores Canelo, que refleja la lucha por el poder, el desencanto y la esperanza de un pueblo por la llegada de su salvador, así como Carmen, realizada en 2009 por Gregorio Trejo, la cual es una versión contemporánea basada en la obra de Georges Bizet.

El propósito de la función fue recaudar fondos para esa asociación civil que combate la falsificación y la piratería de obra artística.

El programa del Ballet Independiente forma parte de las conmemoraciones del bicentenario de la Independencia y el centenario de la Revolución, explica Magnolia Flores, quien recordó a Flores Canelo como un coreógrafo que plasmó en la danza aspectos de un México de toda la vida.

A su vez, Elliot Islas dice que las compañías de danza contemporánea no son consideradas valiosas porque, a diferencia de otros grupos, no presentan muchos estrenos al año. Señala que al asumir este año la dirección artística de Ballet Independiente se propuso mantener vivo el repertorio de Raúl Flores Canelo, que son las raíces y la historia de la agrupación.

Tenemos que hacer una cultura de repertorio y de obras que valen la pena y seguir en esta lucha. El maestro (Flores) Canelo es fundamental en la historia de la danza contemporánea del país relacionada con el nacionalismo y el pensamiento mexicano, señala Islas.

El Ballet Independiente surgió en 1966 para romper con la solemnidad imperante en la danza mexicana, gracias a la inquietud de Flores Canelo, entonces bailarín del Ballet Nacional. Desde el principio se caracterizó por la frescura, la irreverencia y sus coreografías críticas.

El también bailarín y coreógrafo Elliot Islas consideró que las nuevas compañías imitan lo que ven en Estados Unidos o Europa como resultado de la pérdida de identidad que afecta a las artes en México.