Bloemfontein/Knysna/París, 21 de junio. Un día antes de jugarse su última oportunidad en el Mundial, Sudáfrica y Francia viven situaciones muy diferentes: el local tiene la ilusión de seguir en el torneo que esperó tantos años y evitar ser el primer anfitrión en no pasar a la segunda ronda, mientras les bleus son un polvorín que ya estalló, por lo que varios de sus patrocinadores han decidido cancelar sus promociones.

Ni europeos ni africanos dependen exclusivamente de lo que puedan lograr en el césped del Free State de Bloemfontein. Incluso ganando, están atados a lo que suceda a la misma hora en Rustenburgo entre Uruguay y México. Un empate clasificará a octavos de final a los dos equipos latinoamericanos, dentro del grupo A.

En suelo africano, políticos, medios de comunicación y empresarios apostaron por un martes de futbol que explote la ilusión y permita a todo el país transmitir energía a los Bafana Bafana, como declaró el arzobispo Desmond Tutu, ya que el resto estará en manos del grupo que capitanea Aaron Mokoena.

El brasileño Carlos Alberto Parreira prometió un equipo ofensivo en el partido que los anfitriones deberán ganar por goleada para mantener la esperanza de seguir con vida.

Ante la tragicomedia que ha vivido el rival Francia en días pasados, que culminó el domingo con la negativa de los seleccionados a entrenar, el estratega de Sudáfrica comentó que de ninguna forma esto los favorece, pues esperamos (que las diferencias) no continúen en el terreno de juego, (ya que) cuando están en la cancha ellos saben que lo importante es ganar.

El técnico Raymond Domenech (arriba) calificó de farsa la actitud tomada por los jugadoresFoto Reuters y Ap

Lo mismo espera Parreira de sus futbolistas: Tienen que recuperar su mejor forma y mantener la mayor concentración. Aunque (la clasificación) ya no esté en nuestras manos, queremos que la nación se sienta orgullosa por una vez.

De parte de los galos, el entrenador Raymond Domenech advirtió que algunos de los jugadores, sin dar nombres, podrían no querer participar en el encuentro. Además, calificó el comportamiento de los seleccionados de una imbecilidad y una farsa.

Los jugadores se negaron a entrenar el domingo en solidaridad con el expulsado Nicolas Anelka, quien ofendió el técnico y el fin de semana regresó a Inglaterra, donde vive. Luego, el capitán Patrice Evra protagonizó una fuerte discusión con el preparador físico Robert Duverne y el director del equipo, Jean-Louis Valentin, quien decidió renunciar.

La revuelta causó que patrocinadores como el banco Crédit Agricole, la cadena de comida rápida Quick y la empresa GDF-Suez prefirieran alejarse, en tanto que sólo la firma deportiva Adidas se mantendrá hasta el final del torneo, se informó en París.

Los medios franceses y europeos han hecho mofa del plantel galo, del estratega Domenech y de las autoridades del futbol por lo que llaman la segunda revolución francesa, mientras el presidente Nicolas Sarkozy intervino para tratar de calmar las aguas, a través de la ministra del Deporte, Roselyne Bachelot-Narquin.