ace 15 años, el presidente William Clinton concedió un multimillonario préstamo de emergencia a México. No se destinó a mejorar el nivel de vida de nuestra población, sino a salvar a miles de inversionistas estadunidenses que habían depositado sus ahorros en el sistema financiero mexicano, entonces en grave crisis. Proporciones y circunstancias guardadas, eso hace ahora el primer ministro británico David Cameron al pedirle al presidente Barack Obama certidumbre
en las medidas que éste ha tomado con el fin de asegurar que la British Petroleum pague los daños por el derrame de hidrocarburo que desde hace dos meses contamina las aguas del Golfo de México y deteriora la franja costera de Alabama, Misisipi, Florida y Luisiana.
Cameron pide que no se ahoguen
las posibilidades financieras de la British, seriamente golpeadas en la bolsa de valores. Pero en el fondo lo que busca es salvar los ahorros de miles de ciudadanos británicos y estadunidenses que poseen acciones de la petrolera. Además, garantizar el empleo a otros miles que prestan sus servicios en las diversas empresas que pertenecen a dicha trasnacional. Sus directivos no tuvieron más remedio que aceptar las reglas de juego impuestas por Obama, al que la ultraderecha quiere ver fuera de la Casa Blanca en 2013.
Mientras los poderosos arreglan la suerte de miles sin consultarlos, las compañías competidoras de la British la dejan en solitario enfrentar los cargos judiciales por su negligencia y por los daños al patrimonio económico y natural. Directivos de Shell, Exxon Chevron, Royal Dutch, Mobil y ConocPhilips declaran que lo ocurrido en el pozo Macondo es culpa de la British Petroleum y las compañías responsables de garantizar el buen funcionamiento de la plataforma y el pozo. Pero los directivos olvidaron mencionar a las instancias gubernamentales estadunidenses, en especial la responsable de los recursos mineros, carcomidas por la corrupción alentada desde las trasnacionales petroleras.
Otros olvidados son quienes trabajan en la limpieza del Golfo de México y la zona costera. Se ven afectados en su salud por los hidrocarburos y la sustancia química utilizada para evitar que la mancha negra llegue a la superficie marina. Se informa que son más de 200. Su número aumentará con el paso de los días.
En tanto, se anuncia que será más estricta la norma para decretar las contingencias ambientales en el valle de México. Queda pendiente resolver otro asunto, fundamental: disminuir los elevados índices de ozono, partículas y azufre, por ejemplo, y que afectan la salud pública. Eso se logra con mejor transporte público, gasolina de calidad, rigor en las verificaciones del parque vehicular, control de las emisiones industriales.
Por otra parte, Angangueo, en Michoacán, será la primera villa sustentable de México. Lo promete el secretario del Medio Ambiente, Juan Elvira. Ya se construyen las primeras casas ecológicas
, aunque se desconoce en qué consisten y la población señala que no fue consultada para su diseño. Tampoco los especialistas. El agua y el lodo arrasaron 300 casas y dejaron inservibles otras 200 en febrero pasado. Angangueo tendrá también planta de tratamiento de aguas residuales y un relleno sanitario moderno. Igualmente limpian de basura y desechos el cauce de los ríos de la zona para que no se repita la tragedia reciente, que dejó más de 30 muertos y daños cuantiosos.
Angangueo y municipios vecinos reciben cada año la visita de la mariposa monarca, símbolo de la cooperación ambiental entre nuestro país, Estados Unidos y Canadá. ¿Por eso tanta atención oficial? Ocurre que en el resto del país la inmensa mayoría de los municipios no trata sus aguas ni tira la basura en lugares adecuados. Una muestra: Chimalhuacán, donde la semana pasada hubo una explosión del gas generado en el basurero municipal. Agua limpia y basura en su lugar son promesas incumplidas de los gobiernos del cambio, la honradez y las buenas costumbres.
Con cariño y respeto para Mary, tía de Monsiváis; para Betty y Araceli, sus primas. Y para Omar A. García Cervantes