a próxima semana, los líderes de las principales economías del mundo se reunirán en Canadá. Muchas de las cuestiones que la cumbre tiene ante sí reflejan preocupaciones de los hogares de todo el mundo. ¿Causarán los problemas de la eurozona una recaída en la recesión mundial? ¿Puede la mejora de los mercados emergentes disminuir el empeoramiento en otros lugares? ¿Estamos finalmente saliendo de la crisis, como los supervivientes de un huracán, para evaluar la amplitud de los daños y las necesidades de nuestros vecinos? ¿O estamos en el ojo del huracán? En realidad, la respuesta a todas esas preguntas depende de nosotros, y de la manera en que gestionemos la economía mundial en el próximo periodo. Un signo alentador es que los líderes reconocen cada vez más la necesidad de que aumente la rendición de cuentas. Ahora, más que nunca, debemos rendir cuentas ante los más vulnerables.
La base moral está clara. Después de todo, los menos responsables de la crisis económica mundial son los que han pagado el más alto precio, en empleos perdidos, un mayor costo de la vida y crecientes tensiones comunitarias porque las familias tienen dificultades para llegar a fin de mes. Pero el argumento económico es igualmente válido. Más que nunca, la recuperación económica mundial depende del crecimiento de los países en desarrollo. Los que más han sufrido son también nuestra mayor esperanza para impulsar la prosperidad en el futuro.
A pesar de las sustanciales medidas de estímulo en muchos países, las pruebas demuestran que no siempre han tenido un efecto de filtración
para atender las necesidades inmediatas de los más pobres y más vulnerables.
Estamos observando un enorme dinamismo en las economías emergentes, pero también grandes sufrimientos. Demasiadas personas están quedando marginadas. En las regiones en desarrollo, muchos trabajadores se han visto obligados a trabajar en empleos vulnerables. El número de desempleados en todo el mundo ha llegado a 34 millones, y otros 215 millones de mujeres y hombres se han convertido en trabajadores pobres. Por primera vez en la historia, más de mil millones de personas pasan hambre en todo el mundo.
Una recuperación no es significativa si las personas sólo se enteran de ella por los periódicos. Los trabajadores necesitan comprobarla en sus propias vidas y medios de subsistencia. En pocas palabras: una recuperación real debe llegar a la economía real. De cara al futuro, ¿qué significa la rendición de cuentas en términos prácticos para las personas? En primer lugar, debemos rendir cuentas sobre la creación de empleo de calidad. La crisis mundial del empleo está enlenteciendo la recuperación y los progresos en la lucha contra la pobreza en los países en desarrollo. Es hora de centrarse en el desarrollo humano y el trabajo decente, en particular en inversiones de sentido común en empleos ecológicos. Por decirlo simplemente, la recuperación económica no podrá ser sostenible sin la recuperación del empleo.
En segundo lugar, debemos responsabilizarnos ante los más afectados por la crisis, en especial las mujeres. En todo el mundo, las mujeres son el aglutinante social que mantiene unidas a las familias y las comunidades. Una de las inversiones más efectivas que podemos hacer es en la salud materna e infantil. La reunión de los líderes en Canadá puede apoyar nuestros esfuerzos globales por adoptar un plan de acción mundial sobre la salud de las mujeres y los niños y aportarle recursos.
En tercer lugar, debemos rendir cuentas de nuestras promesas. Las principales economías del mundo se han comprometido a duplicar la asistencia para el desarrollo de África y reforzar los progresos en el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio para 2015. Más recursos pueden transformar vidas y sociedades enteras.
Sabemos lo que funciona: invertir en el Fondo Mundial de Lucha contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria; cumplir los compromisos asumidos el pasado año para garantizar la seguridad alimentaria y ayudar a los pequeños agricultores a aumentar la productividad y el acceso a los mercados mediante el apoyo a planes nacionales; y garantizar que todos los niños tienen acceso a la educación primaria.
Recientemente visité una de las aldeas del Proyecto Aldeas del Milenio en Malawi y pude comprobar por mí mismo cómo las inversiones bien orientadas e integradas en salud, educación y tecnología pueden promover un crecimiento espectacular. Hace sólo tres años, muchos de los habitantes de la aldea estaban al borde de la inanición. Hoy están vendiendo el grano sobrante en mercados de toda la región.
Las inversiones bien dirigidas crean empleo y oportunidades de amplio alcance. La incertidumbre económica no puede ser una excusa para aminorar esos esfuerzos, sino un motivo para acelerarlos. En una era de austeridad, debemos utilizar sabiamente recursos limitados. La rendición de cuentas no es caridad. Es fundamental para un plan mundial coordinado de recuperación. La atención centrada en las necesidades de los más vulnerables puede promover el conocimiento económico hoy día y sentar las bases para un futuro más sostenible y próspero.
En nuestra economía mundial interconectada, rendir cuentas en todo el mundo es también una manera sabia de rendir cuentas en casa.
El autor es secretario general de las Naciones Unidas