La albiceleste lleva marcha perfecta en la Copa del Mundo
Lionel Messi tuvo una gran actuación pero se le sigue negando el gol
Viernes 18 de junio de 2010, p. 7
Johannesburgo, 17 de junio. La Argentina de Diego Armando Maradona aplastó 4-1 a Corea del Sur con un hat-trick de Gonzalo Higuaín, que ubica a los sudamericanos al borde de la clasificación a octavos de final del Mundial.
Park Chu Young anotó un autogol a los 17 minutos, para el 1-0 a favor de la albiceleste, que completó la tarea con anotaciones de Higuaín a los 33, 76 y 80.
El triplete del delantero del Real Madrid fue el tercero de Argentina en copas del mundo, tras los marcados por Guillermo Stabile, en 1930, y Gabriel Batistuta (1994 y 1998).
La actuación de la albiceleste también fue el reflejo de un equipo que funcionó mejor que en el 1-0 de su debut ante Nigeria.
El inicio del encuentro mostró a un Ángel Di María eléctrico. Asociado con Carlos Tévez y Lionel Messi, en cuatro minutos ofreció más que en todo el primer cotejo.
Leo comenzó por la izquierda, pero con libertad para moverse por todo el frente. También probó por la derecha y por el medio, donde pronto haría estragos en la defensa sudcoreana, aunque no lo pudo reflejar en el marcador.
Maradona había tapado la autopista que Nigeria no supo aprovechar. Jonás Gutiérrez ya no aparecía desesperado en el flanco derecho ni desprotegía a su defensa. Maxi Rodríguez –en sustitución del lesionado Sebastián Verón– funcionaba como contención y Mascherano jugó más cómodo y seguro.
El entrenador coreano Huh Jung-Moo –el de la recordada patada voladora a Maradona en México 86–, había anticipado un equipo compacto y mentalizado para el contrataque, pero las diferencias eran abismales.
Ki Hun recibió una amarilla a los nueve minutos por falta sobre Messi, quien a los 17 abrió la puerta al primer gol: centro al área chica y la pelota dio en la pierna a Park Chu-Young, joven estrella del Mónaco.
Se produjo el gol en contra y el desconcierto asiático, porque el encuentro pasaba a ser otro. Ahora Corea debía atacar.
Argentina jugaba y casi podría decirse que se gustaba a sí misma. La consecuencia lógica era tarde o temprano otro gol y llegó a los 32 minutos.
Messi se la pasó a Maxi, quien centró al área para que la peinara Burdisso e Higuaín con la cabeza pusiera el 2-0. Fin de la ansiedad para el Pipita, que había fallado mucho en el duelo previo.
Argentina estaba más cerca de la goleada que los asiáticos de inquietar. Sin embargo, el futbol es esencialmente engaño, diría César Luis Menotti. Lo que vino no fue una goleada, sino el desconcierto argentino y la resurrección de los aplastados coreanos.
El arquero Jung sacó largo y el balón llegó a Demichelis, quien no vio que llegaba Lee Chung Yong como una locomotora, se confió y cuando intentó eludir al rival le dejó la pelota con el arco solo. El 2-1 cuando moría el primer tiempo convertía en esencial las charlas en el vestuario.
La de Huh no debió haber sido mala, porque Corea del Sur volvió revitalizada. Las cosas ya no eran como en el primer tiempo, el partido se había equilibrado.
Sergio Agüero entró por Tévez a los 75 en un partido que ya estaba desordenado y anárquico. Fue un gran cambio de Maradona, porque segundos después de entrar, su yerno habilitó a Messi, quien remató al arco. El arquero rechazó como pudo, Leo insistió y la pelota rebotó en un palo para quedarle sola y mansa para Higuaín.
El 3-1 clausuraba el partido, pero habría más: una combinación Messi-Agüero para centro preciso otra vez a la cabeza de, Higuaín, quien con el triplete se instala como máximo goleador del Mundial.
Por ahora, todo parece sonreírle a la albiceleste y también a Maradona.