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Washington y Moscú, con bases militares en la zona, en contacto permanente

Kirguistán, rumbo a la catástrofe; huyen al menos 60 mil uzbekos

Uzbekistán cierra su frontera por el éxodo; Naciones Unidas enviará una misión de urgencia

Tres días de conflictos interétnicos han dejado saldo de más de 128 muertos y mil 761 heridos

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Mujeres y niños, la mayoría de los desplazados en la ciudad de OshFoto Ap
Corresponsal
Periódico La Jornada
Martes 15 de junio de 2010, p. 20

Moscú, 14 de junio. Aun la confusa y no por ello menos terrible información que llega aquí del sur de Kirguistán, colindante con Uzbekistán, permite concluir que la zona se encuentra al borde de una verdadera catástrofe humana.

Los disturbios y enfrentamientos suscitados desde hace tres días en las regiones de Osh y Dzhalal-Abad, pobladas mayoritariamente por uzbekos, derivaron en el mayor conflicto interétnico de los últimos 20 años en esa parte de Asia central.

Lo que comenzó la noche del viernes con incursiones de grupos armados no identificados, que desde vehículos en marcha abrieron fuego indiscriminadamente en localidades tanto kirguisas como uzbekas, se convirtió en una auténtica matanza de la población civil ante la impotencia de las autoridades para evitar el derramamiento de sangre.

Según el gobierno provisional de Kirguistán, los enfrentamientos interétnicos han dejado 128 muertos y mil 761 heridos, pero todo apunta a que la cifra de víctimas podría ser superior.

La comunidad uzbeka de Dzhalal-Abad, por ejemplo, aseguró este lunes que durante los enfrentamientos en esa ciudad fallecieron más de 700 de sus integrantes, asunto que las autoridades kirguisas no han confirmado ni desmentido.

Fuera de toda duda, en cambio, se encuentra el éxodo de uzbekos que habitaban en el sur de Kirguistán. En los pasados tres días se vieron obligados a cruzar la frontera hacia Uzbekistán, su histórico lugar de origen, entre 60 mil y 75 mil personas, en su mayoría mujeres, niños y ancianos que huyen de los pogromos.

El Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados enviará una misión de urgencia a Uzbekistán, cuyo gobierno decidió este lunes cerrar la frontera con Kirguistán ante la imposibilidad de recibir más desplazados.

No está claro cuál fue el detonante de la masacre, pero circulan versiones que coinciden en que los primeros ataques podrían ser obra de seguidores del depuesto presidente Kurmanbek Bakiyev, quienes buscarían de ese modo sabotear el referendo convocado por el gobierno interino para el próximo 27 de junio.

Mientras los líderes locales de las comunidades kirguisa y uzbeka de Osh y Dzhalal-Abad iniciaron negociaciones este lunes para establecer un alto el fuego, el gobierno provisional de Kirguistán, encabezado por Rosa Otumbayeva, se declara rebasado por la magnitud de los enfrentamientos y reitera su petición de que Rusia envíe un contingente de pacificación.

Éste es un serio problema para el Kremlin, que más allá de reforzar con un batallón de paracaidistas la seguridad de la base aérea que mantiene en Kant, se resiste a enviar tropas en ayuda a un gobierno que no ha sido legitimado en las urnas y llegó al poder, en sentido estricto, mediante disturbios como los que ahora quiere sofocar.

Estados Unidos, que arrienda la base militar de Manás, clave en la logística de su guerra en Afganistán, también manifiesta interés en que se ponga fin a la violencia en Kirguistán. Conforme se anunció, Washington está en contacto permanente con Moscú para encontrar una salida a la crisis.

Con este propósito, Rusia reunió hoy en Moscú a sus aliados en la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC) –Armenia, Bielorrusia, Kazajstán, Tayikistán y Uzbekistán–, de la cual también forma parte el gobierno provisional kirguís.

Según trascendió, prevaleció la opinión de que se trata de un asunto interno de un país miembro, que debe resolverlo solo al no representar una amenaza a su soberanía ni poner en entredicho su integridad territorial.

Además, el depuesto Bakiyev se refugió en Bielorrusia, lo que en términos de legitimidad dificulta una eventual intervención militar de la OTSC, en principio improcedente si se opone cualquiera de los integrantes de dicha organización.

Medvediev se reunió con miembros de la ex URSS

El Kremlin, al mismo tiempo, no oculta su preocupación por la creciente inestabilidad en Kirguistán, como quedó hoy en evidencia durante el encuentro del presidente Dimitri Medvediev con el secretario del Consejo de Seguridad Nacional de Rusia, Nikolai Patrushev, y el secretario general de la OTSC, Nikolai Bordiuzha.

La situación en Kirguistán es inadmisible; sigue muriendo gente, no cesan los disturbios entre diferentes grupos étnicos. Ello es sumamente peligroso para la región y, por tanto, es indispensable hacer todo para poner fin a ese tipo de excesos con apego a la ley y firme determinación, aseveró Medvediev.

El mandatario ruso dio a entender que si la situación se deteriora, Rusia podría convocar a una cumbre extraordinaria de jefes de Estado de la OTSC, aunque dejó claro bajo qué condiciones podría enviar tropas a Kirguistán.

Para Medvediev, una intervención militar de Rusia como parte de un contingente de pacificación de la OTSC sólo sería posible después de celebrar consultas con todos los miembros de la misma y, además, tendría que estar respaldada por una resolución que corresponda con la Carta de la Organización de Naciones Unidas.

En la noche, en Nueva York, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas condenó la violencia y llamó a reinstaurar el estado de derecho y encontrar una solución pacífica al conflicto.