Cultura
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El jurado reconoce a un escritor de conciliación en un mundo convulso

Premian a Amin Maalouf con el Príncipe de Asturias de las Letras

El narrador libanés ha creado un puente entre las culturas del Mediterráneo

Se convierte en el segundo autor árabe, después de la marroquí Fátima Mernissi, en obtener el galardón

Foto
Amin Maalouf, en imagen tomada de Internet
Corresponsal
Periódico La Jornada
Jueves 10 de junio de 2010, p. 3

Madrid, 9 de junio. El escritor libanés Amin Maalouf, crítico implacable tanto del mundo occidental como del árabe, fue reconocido hoy con el Premio Príncipe de Asturias de las Letras, tras un reñido proceso de selección en el que tuvo de adversarios a literatos como el Nobel portugués José Saramago, John Le Carré y Nicanor Parra.

El jurado destacó de Maalouf su condición de autor de conciliación en un mundo convulso.

Maalouf nació en Beirut en 1949 y desde joven ha tenido a su ciudad y su país, Líbano, como uno más de sus personajes recurrentes, ya sea por la cruenta guerra civil que por el interminable conflicto de Medio Oriente. Sus libros despertaron de inmediato el interés de los poderes fácticos –políticos y culturales– tanto de Oriente como de Occidente, puesto que vive en París desde 1975.

Exilio en Francia

Luego de conocer la noticia en voz del director de la Real Academia de la Lengua, Víctor García de la Concha, el autor de León el africano se mostró feliz de ser reconocido con un galardón que antes han recibido escritores como Günter Grass, Arthur Miller, Paul Auster y Juan Rulfo.

Asimismo, añadió que España siempre ha estado presente en mi obra, no sólo porque es la patria del héroe de mi primera novela, sino también, y sobre todo, porque ha sido lugar de encuentro emblemático, que se ha mantenido durante siglos entre las tres grandes religiones del Mediterráneo.

En su libro más reciente, El desajuste del mundo (Alianza), Maalouf reflexiona en torno, precisamente, de las dos civilizaciones que más le atañen y preocupan: la Occidental –de la que critica su empeño en “exportar la democracia a sangre y fuego“– y la árabe, a la que acusa de vivir en un déficit de legitimidad política.

En uno de sus libros, Orígenes, plantea ese dilema de la siguiente manera: Nuestros países son oasis de los que nos vamos cuando se seca el manantial; nuestras casas son tiendas vestidas de piedra; nuestras nacionalidades dependen de fechas y de barcos. Lo único que nos vincula, por encima de las generaciones, por encima de los mares, por encima de la Babel de las lenguas, es el murmullo de un apellido.

Maalouf, antes de dedicarse de lleno a la literatura, fue periodista y corresponsal de guerra, sobre todo en su zona de origen y cubriendo la guerra civil de su país de 1976, lo que provocó su posterior exilio a Francia.

También estuvo en Vietnam durante la ocupación de Estados Unidos y en la revolución islámica de Irán.

El jurado reconoció en Maalouf a un escritor de conciliación en un mundo convulso, que ha creado un puente entre las culturas del Mediterráneo.

Maalouf se convierte así en el segundo escritor procedente de la cultura árabe en obtener el Príncipe de Asturias de las Letras, tras la lingüista marroquí Fátima Mernissi, quien lo ganó en 2003.

El galardón está dotado con 50 mil euros y la reproducción de una estatuilla diseñada por Joan Miró.

En la edición de este año ya han sido reconocidos Richard Serra (Artes); el equipo arqueológico a cargo de los guerreros chinos de X’ian (Ciencias Sociales); Zygmunt Bauman y Alain Touraine (Comunicación y Humanidades), y los científicos que lideran en el mundo la investigación en la lucha contra el dolor (Investigación Científica y Técnica).

Quedan por fallarse tres apartados: Deportes, Cooperación Internacional y Concordia.