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Disquero
La música en nuestras vidas
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Paul MacCartney y Abe Laboriel, el jueves 27, en el Foro SolFoto Fernando Aceves/ Ocesa
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Periódico La Jornada
Sábado 5 de junio de 2010, p. a15

El par de conciertos de Paul McCartney en México, ocurridos las noches de luna llena 27 y 28 de mayo de 2010 en la ciudad de México, quedan como el acontecimiento cultural por excelencia de los años recientes.

Rostros en éxtasis, niñas llorando de emoción en beneplácito, familias enteras en efervescencia. Repetían, todos pletóricos de dicha: ¡es el concierto de mi vida!

La generosidad del gran Macca propició que muchos miles más de los 110 mil reunidos en menos de 24 horas en el mismo sitio y bajo la lluvia, disfrutaran vía Internet en sus casas y vía control remoto en Chapultepec el concierto del viernes, merced al permiso otorgado por sir Paul.

Las muchas lecturas de este acontecimiento tan conmovedor como definitivo ofrecen en su conjunto un paisaje cultural completo del devenir del arte de la música y sus consecuencias en nuestras vidas.

A pesar de que no fue la primera vez que tocaba Macca en México, para muchos fue un sueño convertido en realidad verlo vestido de Beatle y cantando el repertorio del Cuarteto de Liverpool en impecable equilibrio con su otra ala, Los Wings, y los muchos veneros del jardín de los senderos que se bifurcan, y que anima el presente Disquero: ese Paul McCartney a la vista y al oído de todos pero que parece pasar desapercibido para muchos: ese músico distinto al genial melody-maker, ese artista ávido de nuevos caminos, pleno de placer experimental, que está presente en muchos de sus discos y de manera más notable en sus álbumes más recientes: Chaos and Creation in the Backyard, en edición especial con un dvd extra donde Macca explica sus motivos, sus reflexiones en el patio trasero de mi vida (la portada interior la reproducimos en la primera columna de esta página), otra edición especial, en este caso de memory almost full (la portada del silloncito de enmedio) también con un cd extra, en audio, donde Paul reflexiona sobre el contenido de este álbum e ilustra sus gustos y procedimientos literarios (Mark Twain, Dickens) y la manera como crea los personajes de sus canciones: como una ficción literaria, una canción para el puede bien ser una novelette, lo cual aporta una visión distinta de lo anecdótico a lo que se ha reducido el análisis del trabajo artístico de McCartney: Yesterday se llamó primero Scrambled Eggs (Huevos revueltos) porque, decían las malas lenguas, a Paul lo que le salen bien son las melodías y no las letras. Mentira.

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Una prueba de que McCartney logra grandes instantes de poesía está en esa obra maestra titulada Maybe I’m amazed. Va un fragmento: “maybe I’m amazed at the way you love me all the time/ maybe I’m afraid of the way I love you/ maybe I’m amazed at the way you pulled me out of time/ and hung me on a line/ Maybe I’m afraid of the way I really need you”.

Y el mejor de todos los recientes: the fireman electric arguments (portada de abajo a la derecha) donde está el McCartney más libre musicalmente, más aventurado, el gran descubridor de nuevos mundos.

La increíble capacidad de producción de McCartney lo asemeja en ese sentido al maestro Antonio Vivaldi, de quien los amarguetas dicen que compuso 500 veces la misma obra. Por el contrario, tanto el gran Macca como El Cura Rojo (apodo del músico veneciano) poseen en el conjunto de su obra una variedad insospechada, un territorio vasto por descubrir: basta con acercarse a oler las hojas de los árboles y no quedarse con la vista lejana del bosque.

En conocida cadena de discos propiedad del hombre más rico del mundo pusieron en oferta dos devedés (99 varos) donde vemos a Macca actuar y hablar en sus giras por Rusia y Estados Unidos (portadas de arriba a la derecha en esta página). Ahí hay más veneros. Ah, y chingón el homenaje de hace un par de días en Washington: músicos camaradas y los Obama fans de Los Beatles y el gran Macca en su discurso no hizo sino comprometer al preciso del imperio a cumplir sus promesas.

¡Ah que don Macca tan chingón!