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El jueves, el ex Beatle dio el primero de dos conciertos en México de la gira Up and Coming

Con Let it be, Paul McCartney concretó una noche memorable

Venus and Mars encabezó la lista de 36 temas que interpretó en más de dos horas

Los 55 mil fanáticos reunidos en el Foro Sol agradecieron el tributo que rindió a Lennon y Harrison

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Rusty Anderson, Paul McCartney, Brian Ray y, atrás, Abe Laboriel Jr.Foto Yazmín Ortega Cortés
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Ayer, cientos de fanáticos del ex Beatle Paul McCartney disfrutaron gratuitamente la transmisión en directo de su segundo concierto en el Foro Sol, por medio de la pantalla gigante que colocó la Secretaría de Cultura capitalina en el monumento a los Niños Héroes, en Chapultepec. A pesar de que el concierto se inició a las 21:30 horas, desde las 18 horas comenzaron a llegar los primeros asistentes para apartar su lugarFoto Carlos Cisneros
 
Periódico La Jornada
Sábado 29 de mayo de 2010, p. 6

El jueves pasado la Luna llena de la ciudad de México permaneció agazapada detrás de la nubes, al momento en que Paul McCartney salió al escenario para ofrecer el primero de dos conciertos en el Foro Sol, dentro de su gira mundial Up and Coming, pero cuando la cuarta parte de los Beatles alzó su bajo sobre su cabeza, al concluir su canción de apertura, Venus and Mars/Rockshow, las nubes la dejaron al descubierto para que ambos astros protagonizaran una noche memorable.

El reloj marcaba las 21:14 horas cuando McCartney, elegantemente vestido, jovial y rozagante saludó a los 55 mil religiosos de su música congregados en el Foro Sol: ¡Hola, México! ¡Hola, chilangos! Estamos muy contentos de estar nuevamente aquí. Luego comenzó a entregarse, en todo momento, a la hambrienta multitud, y a saciar el apetito que dejó a medias ocho años atrás.

Entre canción y canción no dejó de agradecer, jugar, bromear con la gente, lo cual provocaba una respuesta inmediata; incluso hubo quien al final le lanzó una playera de la Selección Mexicana de futbol, en señal de júbilo y como respuesta a su entrega, se escuchaba el incesante grito de ¡Paul, Paul, Paul, Paul!

Formidable comunión

Ante un escenario majestuoso, provisto de tres pantallas, 10 grandes reflectores, además de otros dos, uno en cada extremo del escenario, el también ex Wings ya había interpretado Jet, All my loving, Got to get you into my life y The long and winding road, cuando se quitó el saco, se arremangó la camisa blanca y cambió el bajo por la guitarra, para lanzar: ¡Fiesta en México!; en ese instante ya nada fue igual, pues la comunión de los 55 mil fanáticos era formidable.

El repertorio siguió, entre otras, con My love, que dedicó a su fallecida esposa Linda McCartney. El derroche de energía del baterista Abe Laboriel Jr., en cuyo bombo se podía leer PMC, también fue extraordinario.

El movimiento uniforme de un lado a otro de brazos con encendedores y celulares que prendían y apagaban hizo un magnífico mosaico de luces, lo que motivó a improvisar un tema, Prende tu luz, México, acompañado al tino por los religiosos.

La Luna seguía el impecable desarrollo de McCartney, para ese entonces, con toda intensidad y sin rubor. Pero aún faltaban dos enormes momentos del concierto: el primero, cuando Paul rindió homenaje a John Lennon con la canción Here today: Esta la compuse con mi amigo John, y con coros de Laboriel, se extendió la rola a Eleanor rigby here, con un público loquito/loquito de contento al ver las imágenes del ex Beatle en pantalla. Más adelante, con la canción Something, con ukulele, McCartney rindió tributo a George Harrison, y logró un momento que, a juzgar por las caras de los presentes, sólo se podría calificar como sublime.

Después, sin descansar un solo minuto, McCartney continuó con Back in the URSS –Paul fue unos de los primeros músicos en tocar en la ex Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas–, la que sirvió como preámbulo para contar a la audiencia: Cuando era niño, en Inglaterra, una de las cosas que aprendí a decir en español en la escuela fue: Tres conejos arriba de un árbol tocando el tambor, que sí, que no, que los he visto yo, lo que provocó risas del público.

Miró el cielo con asombro

Uno de los momentos más esperados se dio casi a las dos horas de concierto, cuando tocó Let it be, con Paul al piano y Brian Ray en el bajo. De ahí se pasó a los juegos pirotécnicos, durante la interpretacón de Live and let die, tema concluyó Paul recargado en el piano, con la mano izquierda en su mejilla, mirando al cielo con asombro.

Con Hey Jude puso prácticamente a cantar a todos, y hasta se dio el lujo de organizar a la gente con el coro: Primero los hombres, a quienes pidió que le echaran ganas; después a las mujeres, y luego todos juntos. Cuarentones, cincuentones, jóvenes y uno que otro menor enloquecieron por igual.

Así concluyó el concierto de manera formal, pero fue la primera despedida.

Regresó dos veces más al escenario; la primera, ondeando la bandera de México, para felicidad de los asistentes. Cerró con Lady Madonna, Get back, Yesterday Helter Skelter, Sgt. Pepper y The end.

Paul McCartney tomó esta vez su guitarra, la levantó sobre su cabeza, miró al cielo, abrió los brazos y sonrió.

Así, Paul McCartney, acompañado por la Luna a lo largo de 36 temas acomodados en dos horas con 48 minutos, terminó, de forma pulcra, su iridiscente actuación.