Remake y auto de fe
or mucho tiempo Marcelino Pan y Vino fue la película más taquillera del cine español cuando gobernaba el caudillo por la gracia de Dios. Se convirtió en un clásico del cine infantil
y compitió con El último cuplé, la otra película cumbre del franquismo y que consagró a Sarita Montiel. La dirigió Ladislao Vajda en 1954 (Hungría, 1906-1965) y su historia se ubica en Castilla, donde una docena de frailes franciscanos reconstruyen su convento destruido durante la guerra contra la ocupación francesa. A las puertas del recinto un día dejan abandonado a un bebé al que los frailes adoptan y bautizan con el nombre de Marcelino. Se encariñan con él y dejan que haga cuantas travesuras quiere. Es la felicidad del lugar y por eso los frailes se negaron a darlo en adopción.
Lo único que Marcelino tiene prohibido es subir al desván, donde yace una imagen de Cristo crucificado. Pero, curioso como felino, pronto lo hace y descubre la imagen. Al principio le causa terror, pero termina por tenerle compasión y hacerse su amigo: habla con ella, recrea todas sus fantasías y hasta roba de la cocina pan y vino para su nuevo amigo. El niño tuvo así sus apellidos: Marcelino Pan y Vino. Los frailes descubren finalmente que el pequeño se duerme
en los brazos de Cristo.
La película recibió elogios sin cuento por la crítica al servicio del franquismo y la Iglesia; tuvo varios premios internacionales y hasta hubo una versión italiana. Su protagonista, el simpático Pablito Calvo, gozó de corta pero merecida gloria por su actuación. Hoy en cambio, a Marcelino Pan y Vino se le encontrarían no pocas connotaciones pederastas, sería un ejemplo de cómo la Iglesia impone su ley e impide que el protagonista lleve una vida normal, con niños de su edad, fuera del convento. En España una película con ese argumento no tendría ya razón de ser, pese a que el franquismo sigue siendo influyente, al grado de llevar ante un tribunal al juez Baltasar Garzón por atreverse a indagar los crímenes del dictador y sus secuaces.
Pero tan ancha es Castilla que llega hasta México, donde ahora se filma el remake de Marcelino Pan y Vino. Ambientada en plena Revolución, con locaciones en el estado de México y Veracruz; es un revolucionario el que intenta quitar el convento a los frailes. El protagonista es Mark Hernández, de cinco años, al que acompañan Jorge Lavat, Alejandro Tommasi y Maya Zapata, entre otros actores. Según Mikel García, uno de los productores del filme: Será una historia llena de dramatismo, adaptada al contexto, el lenguaje y la cultura de México. Esta vez Marcelino tiene una comprensión hacia la muerte. No la enfocamos hacia una película católica, pero sí de acto de fe
.
Inexplicablemente, este Marcelino no es parte de los festejos oficiales del centenario de la Revolución.