Sociedad y Justicia
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Desequilibrios irreversibles si los países no acuerdan reducir sus emisiones a la mitad

Decisiva, cumbre medioambiental de Cancún: embajador boliviano

Se reducirán tierras para la agricultura y subirán precios de cereales, pronostica Vía Campesina

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Jorge Mansilla, Pablo Solón, Alberto Gómez y Kelly Blynn, durante su participación en el foro organizado por La Jornada y Casa LammFoto Roberto García Ortiz
 
Periódico La Jornada
Domingo 23 de mayo de 2010, p. 32

Si en la cumbre sobre cambio climático que se realizará en Cancún, Quintana Roo, en diciembre próximo las naciones desarrolladas no se comprometen a reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) en 50 por ciento, el desequilibrio en el medio ambiente podría ser irreparable e irreversible, aseguró Pablo Solón, embajador de Bolivia ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Solón agregó que únicamente la presión de movimientos sociales y naciones pobres podrá orillar a los países ricos a tomar conciencia de la situación, y llamó a formar un movimiento en ese sentido.

La acumulación de GEI en la atmósfera, añadió, tendrá efectos devastadores en la agricultura, el clima y la disponibilidad de agua. Además reducirá la provisión de alimentos y aumentará el número de personas que emigrarán por razones climáticas, a grado tal que la cifra podría superar mil millones. Habrá más sequías e inundaciones, debido al incremento en la temperatura.

En el foro organizado por La Jornada y Casa Lamm, en el que se analizó lo ocurrido en abril pasado en la Cumbre de los pueblos del mundo sobre el cambio climático y los derechos de la madre tierra, realizada en Cochabamba, Bolivia, el diplomático advirtió que, pese a que 80 por ciento de los GEI son emitidos por los países industrializados, las consecuencias las pagaremos todos. En primera instancia, con mayor intensidad, las enfrentarán las naciones pobres, resaltó.

Ante ese panorama dijo que el problema no se puede enfrentar con paliativos y maquillajes, sino que hay que desplegar un nuevo patrón tecnológico y de consumo, lo cual obliga a cambiar el modelo, virar hacia una política que deje de ver la naturaleza como simple proveedor de insumos. Hay que dejar de tratarla como cosa y reconocer que tiene derechos. Si la seguimos tratando como objeto, esto se va a profundizar. También hay que entender que no nos pertenece. Es nuestro hogar, pero sólo somos parte del sistema, no sus dueños. No hay más opción que preservarla.

Alberto Gómez, de Vía Campesina, advirtió que con las sequías, inundaciones e incendios habrá cada vez más hectáreas perdidas para la agricultura, lo que profundizará el acaparamiento de tierras y alzas en los precios de los principales cereales, entre ellos trigo, maíz y arroz.

Expresó que actualmente la agricultura y la ganadería industriales, así como el sistema empresarial de alimentos, generan entre 45 y 57 por ciento de las emisiones globales de GEI. Destacó que Estados Unidos, una de las naciones que se ha negado a ratificar el Protocolo de Kyoto, emite 20.2 por ciento de los GEI.

La ambientalista Kelly Blynn manifestó que antes de la revolución industrial había en la atmósfera 280 partes por millón de bióxido de carbono, y ahora, dos siglos y medio después, está en 390 partes por millón. Advirtió que de no hacerse algo al respecto, la temperatura se incrementará más de los dos grados centígrados previstos durante la tercera década de este siglo.

Jorge Mansilla, embajador de Bolivia en México, criticó que lo acordado en la cumbre de Cochabamba sea denostado y minimizado por los países ricos. Además, que no sea tomado en cuenta para las discusiones de Cancún.

Lamentó que en ese contexto la noticia destacada sobre lo ocurrido en el encuentro en Cochabamba haya sido un comentario del presidente Evo Morales respecto de los supuestos efectos por comer productos (pollos) cargados de hormonas y transgénicos y su relación con desviaciones y calvicie.

Fue un comentario desafortunado y ofreció disculpas, pero nunca dijo que generara homosexualidad. Lo importante era el tema del cambio climático. El presidente puede pedir perdón a los calvos, a los homosexuales e incluso a los pollos, pero nunca al capitalismo, resaltó.