Deja una gran obra crítica hacia el modelo neoliberal
Miércoles 19 de mayo de 2010, p. 17
Integrante de una generación de políticos y economistas que promovieron el estatismo en el país, Horacio Flores de la Peña falleció el lunes a los 87 años de edad víctima de un infarto al miocardio.
Originario de Saltillo, Coahuila, cursó la licenciatura en economía en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), y un posgrado en la misma materia en la American University. De la academia saltó a la Secretaría del Patrimonio Nacional en 1970, durante la presidencia de Luis Echeverría Álvarez.
Cuatro años más tarde llegó a la presidencia del consejo de administración de Petróleos Mexicanos y después a la dirección de Bancomext. En el Servicio Exterior Mexicano se desempeñó como embajador en Chile, Francia, Unión Soviética, Italia y en República Checa.
Cofundador de esta casa editorial, también fue director de la Escuela Nacional de Economía de la UNAM y autor de múltiples artículos de opinión, así como varios libros, entre ellos, Obstáculos al desarrollo económico.
Amplio conocedor de la economía mexicana, reprochaba a los artífices de la política económica que se aplica desde 1982 a la fecha, el legado de cero crecimiento que se ha registrado en el país, aunque también reconocía errores del estatismo, como la sobreprotección a la industria y la prolongada etapa de la sustitución de importaciones recomendada por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe.
En 1999, Horacio Flores de la Peña ya estaba convencido de que el neoliberalismo iba de salida. “Estados Unidos deja atrás este esquema y en tres –Gran Bretaña, Francia y Alemania– de los 11 países básicos de la Unión Europea también, pero en América Latina nos tomará más tiempo, siempre es así”, señalaba en una entrevista con La Jornada.
Sus restos fueron velados en el Panteón Francés, en donde este día serán cremados. Personajes de aquella generación, como David Ibarra e Ifigenia Martínez, estuvieron en el lugar para darle el último adiós al economista. Le sobreviven su dos hijas, Marisa y Cristina, y cuatro nietos.
