Necedades
a necedad es una de las formas de la violencia.
La necedad es más emisión que escucha: no atiendo, me desentiendo, autocomplacido.
La necedad es cruel: quiere ganar, no quiere espíritu.
La necedad, qué necio, es necia. Pero con frecuencia se pretende recia.
La necedad de pronto puede pretender ser irónica e imaginar que es sutil, inteligente. Y que de ese modo vence, arrasa. ¿Habrá modos sutiles de seguir siendo necio?, ¿habrá modos sutiles de arrasar?
La necedad, que confía excesivamente en sí, es falta de fe.
La necedad no siente, sobreactúa.
La necedad convoca, ¿siempre?, la tragedia, pero difícilmente la asumirá.
Pedro Páramo es un necio.
La necedad procura la destrucción, la muerte, el dolor.
Si bien en ocasiones no pase de sacristana, de beata, la necedad tiene no poco de sacerdotisa del odio.
La necedad, finalmente, paga por ver… que todo es una mierda.
La necedad, que es intrigante, no se intriga respecto de sí.
Tiene todo tan claro, que nada ve.
La necedad es un desorden de la sensibilidad.
La necedad (voy derecho y no me quito
) atiende propósitos, no necesidades.
La necedad ejerce, primero que nada, violencia contra el necio, pero es tan necio…
La necedad es impulsiva, no espontánea. Y menos natural.
La necedad, curioso, tiene su no sé qué de artificio, y siendo impulsiva, como ya se dijo, en no pocos casos de premeditación.
La necedad, que es ventajosa, es muy desventajosa para el necio –así salga ganando.
El necio persigue el éxito de sus propias necedades.
El necio no paga otro precio que haber vivido sin vivir, al menos mientras necio fue, es. No vivir que transita con fruición.
Si hay otra vida, es porque en ésta se vivió. Si no, el infierno.
El infierno no son los demás, son las necedades en que incurrimos por los demás
(sea esto lo que fuere).
La necedad es brumosa, pero no hace soñar, sólo fantasear. Y aunque hace cosas, no las realiza.
Suponiendo que hay tontos, el tonto es tonto, no se le puede pedir mucho. El necio es tonto porque quiere, se ha (im)puesto ese modelo, esa botarga.
Un necio siempre es necio cuando menos por segunda, tiende a serlo por enésima, vez.
La necedad, en más de un sentido, es alucinante.