Aseguró que el cura Hidalgo no murió excomulgado, pues se reconcilió con la Iglesia
El historiador fue designado profesor emérito del CIDE y ofreció una conferencia magistral
Martes 18 de mayo de 2010, p. 17
Aunque el nacimiento de la nación mexicana fue un parto sangriento
, la conmemoración del bicentenario de la Independencia y centenario de la Revolución debe ser un festejo nacional y no una operación académica y mucho menos política
, afirmó el historiador Jean Meyer Barth, luego de ser designado profesor emérito del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) y recibir un estímulo económico.
Tras ofrecer en esa casa de estudios una conferencia magistral sobre el cura Miguel Hidalgo y Costilla y el pueblo mexicano, afirmó que el padre de la patria no murió excomulgado, sino reconciliado con la Iglesia católica, y que hasta la fecha se desconoce que haya tenido hijos.
El académico fundador de la División de Historia del CIDE dijo que en los festejos de este año es indispensable rescatar el nacimiento de nuestra nación, donde ni su padre, Miguel Hidalgo, ni nadie del movimiento independentista se esperaba lo que pasó
, toda vez que estimaban que habría un golpe de Estado seco, técnico
para quitar a un gobierno y poner a otro.
Nunca esperó que a los ocho días (de su levantamiento) tendría un grupo de 100 mil personas con él, ni el baño de sangre que se dio en la Alhóndiga de Granaditas. Lo que nos hace ver que los hombres hacen historia, pero no saben la historia que están haciendo
, destacó.
Aseguró que en la historia de la independencia de América Latina el movimiento de Hidalgo es único
, puesto que familias enteras lo acompañaron –como si fuera una peregrinación
–, aunque no sabían a qué se iba, pero le tenían confianza al cura y a la virgen
, que el religioso portaba.
Al inicio del levantamiento, agregó, la palabra independencia no estaba en la cabeza del cura ni de los dirigentes que lo acompañaban en la gesta.
“Fue sobre la marcha, e incluso hay historiadores que dicen que gritó: ‘Viva Fernando séptimo, viva la virgen, mueran los gachupines’, y que fue una mentira política porque si no el pueblo no lo hubiera seguido, ya que todavía era muy monárquico.”
El autor de más de 70 libros recomendó que la fiesta del 16 de septiembre la celebremos contentos
y como una verbena popular, en la que recordemos que el cura Hidalgo fue el que llevó al niño a la pila bautismal
y no que hubo una masacre
en la Alhóndiga.